Mariano Cúneo Libarona y la Corte Suprema de Justicia

«El pueblo se ha manifestado y muy bien, correctamente, así que lo que tenemos que hacer es trabajar juntos por la gobernabilidad que es lo que nuestro pueblo quiere y mejorar la vida de cada uno de los argentinos». (Ricardo Lorenzetti Pág 12, 23/11/23)

El designado como futuro ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, fue de visita al Palacio de Tribunales a entrevistarse con los miembros de la CSJN. Antes lo hizo con el referente de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, el juez Andrés Basso.

Previo al balotaje, el juez Horacio Rosatti había expresado su disidencia sobre los planteos del presidente electo tanto en relación a su propuesta de dolarización como de reivindicación de la figura de Margaret Thatcher. Sobre la dolarización no solo se opuso, sino que fue bastante duro: «Hay gente que tiene o quiere tener responsabilidades públicas y nunca leyó la Constitución”. (Id)

Palabras que seguro no influirán en la relación actual con el mandatario electo, quedarán en el arcón de los recuerdos…

El apoyo mutuo, la interrupción definitiva del ya diluido juicio a la Corte, a instancias del kirchnerismo para no entorpecer la campaña electoral, así como el compromiso del próximo gobierno de autofinanciamiento del organismo judicial, reafirmar la independencia del Poder Judicial, fueron los temas del encuentro, según lo expresado por el designado ministro de Justicia.

Aunque haya estado ausente en la campaña, no es sinónimo de que la integración y funcionamiento del máximo organismo de la Justicia sea un tema menor. Menos aún con el triunfo del candidato libertario que emprende un rumbo superajustador.

La Justicia es el organismo que sigue como la sombra al cuerpo las medidas del gobierno en materia institucional, económica, etc, etc. No es “independiente” porque tiene que defender las resoluciones del gobierno y las instituciones a rajatabla. Son la salvaguarda del poder institucional, sin equívocos ni falsos distanciamientos. Si los hay, son momentáneos… se solucionan rápidamente.

No lo fue con la dictadura militar, que mantuvo un rol en las “sombras”, pero sin chistar sobre ninguna de las medidas del gobierno de facto. Y con algunos jueces que, lamentablemente, actuaron con sentencias condenatorias a luchadores/as, acompañando la represión desde los estrados judiciales.

Sin hacer comparaciones mecánicas, ni poniendo signos iguales, sí decimos categóricamente que el Poder Judicial va a enfrentarse a encarar las demandas de la sociedad frente a medidas del gobierno que sean cuestionadas. La visita del designado ministro de Justicia no es para nada protocolar. Es la expresión de la unidad y el apoyo irrestricto a las resoluciones de todo tipo y color que tome el gobierno, y su defensa en los estrados judiciales.

A estos escollos también deberemos enfrentar. Los desafíos serán en la lucha unitaria consecuente en las calles, pero también deberemos encarar la respuesta frente a la Justicia que es siempre dependiente del Poder de turno. Podrán, posiblemente, lograr el autofinanciamiento tan solicitado a través de los sucesivos gobiernos, pero la dependencia del poder político es la razón de su existencia. Si el próximo gobierno arremete contra los derechos laborales, la mal denominada “reforma laboral”, ¿la Justicia nos va a defender a los/as laburantes? Sólo si hay lucha en los lugares de trabajo y  en las calles. Así fue con el 2×1 a los genocidas, como uno de los ejemplos presentes en la Memoria.

Es la “casta” de la que LLA no habló durante la campaña, pero que defenderá a rajatabla sus planes contra los trabajadores, las mujeres y la juventud.

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