Envalentonado por el contundente triunfo de Javier Milei, e involucrado personalmente en «copar» el gobierno libertario con gente propia, Mauricio Macri se refirió a la posibilidad de que las medidas de Milei produzcan que la gente salga a la calle, a quienes llamó «orcos». Además, indicó que «los jóvenes no van a quedarse en su casa» cuando eso pase y que «los orcos van a tener que medir muy bien cuando quieran hacer desmanes».
Entre el llamado abierto ha organizar bandas civiles para reprimir las protestas y el epíteto de «orcos» a quienes se manifiesten se trata de declaraciones abiertamente fascistas.
Detrás del eufemismo de «los jóvenes» se esconde una convocatoria a toda la base social abiertamente reaccionaria de Milei, un universo muchísimo más pequeño que el de la gente que eligió votar por el «libertario» dentro del cuarto oscuro, pero potencialmente peligroso. Se trata del intento de replicar en Argentina las experiencias filo-fascistas de trumpistas y bolsonaristas en EE.UU. y Brasil respectivamente.
No sólo preparan el terreno para hacer pasar el draconiano ajuste que prepara Milei con represión policial (no por nada Patricia Bullrich volverá a ejercer como Ministra de Seguridad) sino también coquetean con la idea de utilizar lisa y llanamente fuerzas de choque contra las acciones de resistencia que puedan surgir.
Trump llamó a sus hordas fascistas nada menos que a intentar tomar el Capitolio para impedir la asunción presidencial de Joe Biden. Bolsonaro ensayó algo parecido con sus seguidores cuando especuló hasta último momento con no reconocer la derrota en el balotaje que le dio la victoria a Lula da Silva.
Pero aquí incluso se da un paso más, ya que no se trata de una movilización de bases reaccionarias para impedir un acto institucional o el resultado de la elección, sino directamente para ir al choque contra la movilización popular. Ellos saben muy bien que las medidas de ajuste brutal que preparan generará un enorme repudio popular.
Párrafo aparte para la utilización del término «orcos» para referirse a quienes salgan a la calle. Se trata del típico método fascista de deshumanizar al enemigo para justificar las más brutal violencia contra él. Si son «orcos» y no personas, entonces estaría justificado deshacerse de ellos.
Por supuesto, todo esto está en Argentina todavía en el terreno de la posibilidad, no de la realidad. Sin duda, a Milei y a Macri le gustaría contar con bases violentas de ese estilo, pero dichas formaciones aun no existen. Lo cual no significa que, ahora en el poder, no traten de organizarlas e impulsarlas, incluso con todos los recursos para atraer a provocadores, infiltrados y lúmpenes de todo tipo.
Frente a estas amenazas, la necesidad de estar organizados para resistir a los atraques que se vienen se vuelve aun más imperiosa.