Milei no dio más precisiones, pero adelantó que «todo lo que pueda estar en las manos del sector privado va a estar en manos del sector privado». La frase contiene claras reminiscencias al plan de privatizaciones masivas de Carlos Menem en los ’90. Sin embargo, por razones políticas, económicas o institucionales, Milei no la tendrá tan fácil.
En primer lugar por la obvia y lamentable razón de que el plan no podrá ser de la magnitud del de Menem porque muchas de las empresas privatizadas entonces nunca fueron reestatizadas, a excepción de YPF o el Correo Argentino. En los ’90 las privatizaciones alcanzaron también a las empresas de producción y distribución energética, el transporte público (sobre todo los trenes), las comunicaciones, entre otras. Se trató de un verdadero festival de negocios a precio de remate del patrimonio público.
La mayoría de estos rubros continúan bajo un esquema basado en las privatizadas, como la distribución de energía eléctrica o las comunicaciones. Esto, por otra parte, desmiente el mito liberal reproducido por Milei del supuesto Estado «gigante». En realidad, se trata de un Estado desguazado si se lo compara con el que estaba antes del menemismo, y mucho más si nos vamos más atrás de la última dictadura militar. Al contrario del mito reproducido por Milei de los «100 años de decadencia» producto de políticas «colectivistas», hace por lo menos 50 años que la tendencia predominante en la política económica es el neoliberalismo.
Todo esto no quita el hecho de que las «propuestas» privatizadoras de Milei sigan siendo un peligro real. En el caso puntual de YPF, está en juego una de las claves para el desarrollo económico del país en los próximos años como es Vaca Muerta. Milei pretende rematárselo a alguna multinacional.
Pero no es tan fácil. En primer lugar por razones políticas: Una eventual reprivatización de YPF debería pasar por un Congreso en el que LLA es clara minoría, aunque seguramente cuente con el apoyo de la mayoría de Juntos por el Cambio. De todas formas, no será «soplar y hacer botellas» en un debate que seguramente sea largo e intenso y, aunque haya ganado las elecciones, no tiene para nada ganado a nivel social.
La otra dificultad es institucional: Milei también habló de «privatizar Vaca Muerta», lo que es un sinsentido ya que según la Constitución los recursos del subsuelo pertenecen a las provincias, en este caso a Neuquén. El Ejecutivo nacional sencillamente no tiene la potestad para hacer eso.
El otro aspecto toca más directamente a la sociedad desde el punto de vista económica: según las pocas precisiones que dio Milei, antes de vender la petrolera deberá «recomponerse» y eso implica «que el ajuste sea pagado por el Estado». Traducción: vamos a hacer que el Estado (o sea, los argentinos) paguen los costos que implica dejar a la empresa con números «ordenados» para que cuando llegue un privado tenga ganancias garantizadas y no tenga que preocuparse por, por ejemplo, invertir. Esta «recomposición» de YPF de la que habla Milei significa concretamente un salto abrupto en el precio de los combustibles y de las tarifas energéticas, algo que pagarán de manera directa e indirecta (vía sus efectos inflacionarios) los trabajadores y la sociedad en su conjunto. Entre tarifazos y ajuste brutal Milei deberá venderle a la población que se trata de un «esfuerzo» necesario para… venderle YPF a una compañía extranjera.
Luego está la cuestión de los medios públicos. En este punto sí Milei estaría avanzando sobre un patrimonio que nunca fue privatizado, ni siquiera en los ’90. Entre las tres empresas agrupan a más de 3400 trabajadores que corren el riesgo de quedar en la calle de un día para el otro gracias a la benevolencia de la «libertad» del mercado.
Si bien desde el punto de vista jurídico/institucional aquí Milei lo tiene relativamente más fácil (debería también pasar por el Congreso pero eventualmente podría hacerlo por decreto, atención a esto) todavía no está nada dicho: los trabajadores de prensa ya comenzaron a organizarse frente a las amenazas. Esta semana, el SiPreBA (Sindicato de Prensa de Buenos Aires) ya convocó a asambleas en Télam, Radio Nacional y TV Pública.
La resistencia de los trabajadores puede ser determinante, y será lo que en última instancia pueda llegar a pararle la mano no sólo al plan de privatizaciones sino al draconiano plan de ajuste que pretende aplicar Javier Milei.
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