El primer discurso de Milei como presidente electo: ajuste de shock y amenazas represivas

Tras conocerse los resultados, Milei se dirigió hacia sus dirigentes y seguidores que esperaban su palabra luego del triunfo. La principal definición, en línea con el que fue su principal activo desde lo electoral, fue económica:  “no hay lugar para el gradualismo, para la tibieza, ni para medias tintas”, afirmó.

La referencia al «gradualismo» es una (auto)crítica a los cuatro años de ajuste del gobierno de Mauricio Macri, que tanto Milei primero como el propio Macri después rechazaron por «tibio». Por lo que su significado es muy claro: el gobierno de Milei-Macri intentará aplicar una política económica de shock, un brutal ajuste rápido y profundo que hunda aun más de manera significativa las condiciones de vida de la clase trabajadora en beneficio de mejores condiciones estructurales para los negocios de los empresarios.

¿Qué significa concretamente un ajuste tipo de shock? En este contexto de fragilidad económica del país, el shock que propone Milei pretende ser en primer lugar cambiario y fiscal. Desde el punto de vista cambiario, lo que se presume es que la salida del «cepo» vendrá acompañada inevitablemente por una megadevaluación que licuará enormemente los ingresos en pesos de la población trabajadora.

Esta megadevaluación significará una transferencia de recursos brutal hacia los agroexportadores, que serán muy beneficiados si además, como Milei promete, eliminará las retenciones. El resultado inmediato será un empobrecimiento de los asalariados y una extraordinaria suba en la renta del sector agroexportador. Asimismo, la devaluación brutal será un golpe durísimo para los importadores (la industria en primer lugar) lo que repercutirá en miles de despidos.

El otro aspecto del shock cambiario son sus inevitables consecuencias inflacionarias: con un piso del 140% de inflación anual, una devaluación del tamaño que se propone podría espiralizarse o por lo menos subir a un piso mucho mayor en lo inmediato. Ahí es donde entra el otro aspecto del plan, el shock fiscal, con el que Milei promete un ajuste draconiano que contrarreste los efectos inflacionarios de la devaluación.

Aquí Milei ya se encargó de dar algunas definiciones: anunció que privatizará empresas públicas como YPF, TV Pública y Télam (lo que tendría que pasar por el congreso) así como su tan mentado «recorte de 15 puntos del PBI» que obviamente habrá que ver en que áreas y si se hace realidad o no: los primeros candidatos a recorte son subsidios de todo tipo, no sólo a los servicios públicos sino también a empresas que, por supuesto, se darán vuelta y aplicarán ese mismo ajuste a sus trabajadores en forma de más despidos. Además Milei anunció que piensa bajar «a cero» la obra pública, lo que también repercutirá negativamente en los niveles de empleo y actividad económica.

El punto es que Milei buscará aplicar un ajuste feroz que sumerja a la economía en un shock recesivo que haga de «contrapeso» a la tendencia hiperinflacionaria. La «paz» que anuncia el plan económico de Milei es la paz de los cementerios. Como en los ’90, la estabilidad se pagó al precio de la desocupación de masas y los salarios de miseria.

El ajuste de shock no pasa sin represión

Acá es donde entra el otro punto destacado del discurso de Milei, cuando se refirió a la inevitable oposición que generarán estas políticas en amplios sectores de la sociedad: comenzó dedicando su discurso a los «Argentinos de bien» (hacemos bien en suponer que cualquiera que quiera salir a la calle a defender sus derechos quedará excluido de esta categoría) estableciendo ya una primera división que augura que este será un gobierno de enfrentamiento de clases.

Pero, además, advirtió: “Sabemos que hay gente que se va resistir, que quiere mantener privilegios. A ellos les digo: dentro de la ley todo; fuera de ella, nada”. Y agregó: “Vamos a ser implacables con aquellos que quieran utilizar la fuerza para defender sus privilegios”.

Por supuesto, los «privilegios» de los que habla Milei no son otra cosa que los derechos sociales y económicos conquistados durante décadas de lucha por la clase trabajadora. Recordemos la tan repetida idea de Milei de que la «justicia social» es un «robo»: a eso se refiere con «privilegios», es decir, derechos laborales, programas sociales, becas, subsidios, etc.

Frente a todos esos ataques, que Milei sabe que «va a haber gente que se va a resistir», promete ser «implacable», que no significa otra cosa que asegurar que responderá con una brutal represión. Para eso está, entre otras cosas, su vicepresidenta Victoria Villarruel, que de reprimir seguramente sabe por haber aprendido de sus referentes en el área: su amigo Jorfe Rafael Videla y los demás genocidas que apoya y que visitó en la cárcel.

Por supuesto, semejante plan económico de guerra contra los trabajadores no puedo no ir acompañado de lo que seguramente sean graves ataques a los derechos a la huelga y a la protesta, que son las dos columnas fundamentales sobre las que se apoyan todas las demás conquistas de la clase trabajadora en nuestro país.

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