El llamado unilateral ha abierto una crisis terminal en Juntos por el Cambio. El anuncio de la ruptura de la alianza es inminente. Mientras los restos del macrismo se lanzan a los brazos de la extrema derecha, el radicalismo y la CC se preparan para declararse «prescindentes» y no dar ningún apoyo explícito en la segunda vuelta. A nadie se le escapa que una parte del aparato radical llamará a votar por Massa.
Cuando Juntos por el Cambio triunfó en las elecciones de medio término en octubre de 2021, la agudización de la crisis y la pasmosa falta de reacción política del oficialismo dieron por hecho en la coalición cambiemita que serían el próximo gobierno de la Argentina a partir de 2023. Tanta fue la confianza que incluso se dieron en lujo de embarcarse en una larga y sangrienta interna entre dos alas cada vez más marcadas, los «halcones» macristas-bullrichistas y las «palomas» radical-larretistas. Tras la confirmación este domingo de que la hasta ayer principal alianza opositora quedaba afuera de la carrera por la presidencia, todo estalló.
El fracaso es estrepitoso: de pasar a sentirse ya ganadores a quedar afuera en un balotaje en donde entró una fuerza política de ultraderecha conformada por extravagantes arribistas a la política que vociferan propuestas delirantes, por un lado, y una milagrosa remontada y primer puesto de un ministro de economía de un gobierno terminado que comanda un barco de 140% de inflación, por el otro. Lo que en cualquier manual parecía un triunfo cómodo para una «derecha racional», terminó en una derrota que significará seguramente el fin de dicha coalición como tal.
“Con Milei tenemos diferencias, por eso hemos competido. No las hemos ocultado. La mayoría de la argentinos eligió un cambio. Nosotros representamos una parte de ese cambio. No podemos ser neutrales. Estamos ante el dilema del cambio o la mafia. Cuando la Patria está en peligro todo está permitido” dijo Bullrich en conferencia de prensa hoy.
Como para que no haya dudas, Bullrich en su discurso hizo una mezcla de palabras propias con la retórica delirante de Milei: “Para que la Argentina salga adelante necesita un cambio de raíz, que asegure un capitalismo, y que se termine con la emisión monetaria para terminar con la inflación”.
Es evidente que Macri fue parte de esta decisión, tomada más rápidamente de lo esperado. En plena campaña por Bullrich, a Macri tuvieron que «retarlo» más de una vez por mostrar afinidad con Milei, quien se supone que era el rival a vencer en el campo opositor. Por el otro lado, el presidente de la UCR, Gerardo Morales, se mostró feliz compartiendo actos con el propio Massa, mientras éste convocaba a formar un «gobierno de unidad nacional». Todos tensionaron por demás la cuerda y ahora, que el balotaje es una realidad, las posibilidades de una posición común frente a la segunda vuelta son nulas.
Por su parte, Petri, al costado de Bullrich dijo: “Si gana el kirchnerismo, Juntos por el Cambio va a la disolución total. Nuestra decisión es unilateral y por principios. No queremos que la Argentina continúe por la vía de la corrupción y la criminalidad”. Hay voces en la UCR que piden la expulsión de Petri.
Después del domingo, Milei no tardó en abandonar de manera absoluta cualquier referencia a la «casta» (ni hablar de acusaciones lanzadas a Bullrich como de «montonera ponebombas») y salió inmediatamente a llamar a JxC «a terminar con el kirchnerismo», así, calcado de como Bullrich lo planteó en su campaña. Sucede que el ala liderada por Macri presiona para llegar a un acuerdo con Milei y apoyar abiertamente a éste contra Massa en el balotaje. Reafirma así su curso de radicalización derechista.
Claro que esto tiene un precio: romper JxC como tal. Porque los radicales en primer lugar son los primeros que ya están poniendo el grito en el cielo: no estarían dispuestos a apoyar a Milei bajo ninguna circunstancia. Si algo le queda de dignidad a ese partido ahora tiene una oportunidad de hacerla valer: Milei se refirió a los radicales en los peores términos posibles en numerosas ocasiones. Afirma que la decadencia del país comenzó con Hipólito Yrigoyen. Los llamó «colectivistas» y «arrastrados» e incluso dijo tener «un muñeco de Alfonsín» contra el que practica boxeo en su habitación.
La parte de Morales que responde a la UCR sería la más abierta a responder al llamado de Massa de la «unidad nacional». A Morales se le cae la baba con la idea: en plena campaña se mostró junto a Massa en actos en el norte del país. Algunos incluso especulan con que el ex intendente de Tigre ya tendría listos los cargos que le ofrecería al radicalismo en un eventual gobierno.
El Larretismo por su parte, cercano a los radicales, parece igual de reacio a mostrar un apoyo a Milei, aunque es muy poco probable que eso signifique un apoyo abierto a Massa. Larreta siente haber tenido razón con el diario del lunes: al final la elección la ganó un «conciliador» como Massa, que era el perfil que él proponía debía tener la campaña de Juntos por el Cambio.
Larreta, los radicales y Carrió podrían expresarse en un llamado a «libertad de acción» o incluso de voto en blanco. Semejante posición ya es el anuncio de la ruptura de Juntos por el Cambio… y del PRO con su ala larretista.
Ante la radicalización derechista de Bullrich y Macri, las presiones rupturistas para irse con Milei son enormes. Pero el precio a pagar no es poco: implicaría romper la principal coalición no peronista del país, redefiniendo por completo el esquema de alianzas y acuerdos en la política capitalista argentina, mientras el país se embarca en niveles más profundos de la crisis con consecuencias y alcances desconocidos.