El contexto internacional de la coyuntura argentina

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Todo análisis tiene que ser una ponderación de elementos, un análisis con contrapesos, para no perder el hilo de las perspectivas sin negar las dificultades, sin negar que ingresamos en un período difícil, que puede terminar en una revolución sangrienta, pero antes de que llegue podemos pasar por unos meses difíciles.

En el análisis ponderado internacional hay como dos elementos contrapuestos, dentro de una etapa compleja, interesante, “distópica” donde hacen falta revoluciones para dar vuelta la taba. Estamos en una nueva etapa internacional, con elementos potencialmente peligrosos que todavía no se resuelven de manera revolucionaria: la crisis ecológica, los enfrentamientos geopolíticos, la ofensiva capitalista, la pandemia, que marcan el ingreso en un nuevo mundo al mismo tiempo que se vive el reinicio de la experiencia histórica y una cosa “loca” que es que hay una oleada de luchas obreras en los EE.UU. Se trata de un elemento nuevo que opera de contrapeso enormemente importante: Estados Unidos parece a la izquierda de la coyuntura internacional.

  1. Una coyuntura internacional adversa que podría parir revoluciones

El elemento adverso es que la ofensiva capitalista no para, tiñe el mundo. Y los enfrentamientos geopolíticos no mediatizan eso, al revés, incrementan la competitividad; no han roto la mundialización, la han mediatizado, tienden a reordenar las cadenas de abastecimiento. El choque entre Estados, que combina formas de capitalismo tradicional neoliberal con formas de capitalismo de Estado, no cambia que, en su relación con las masas, ambas formas son de ataque al movimiento obrero y de masas, sin concesiones. Hay importantes concesiones y conquistas en el terreno democrático con el movimiento de mujeres. Por ejemplo, lo del aborto legal en México en el orden federal es extraordinario –aunque se aplique solo en el hospital público y habrá que mirar con lupa que lo hagan–.  Pero la ofensiva capitalista es muy fuerte, y no para sencillamente porque con las mediaciones existentes del período de rebelión popular no alcanza: las rebeliones tienen que transformarse en revolución social; la apuesta estratégica del marxismo revolucionario tiene que ser para ese lado.

Ese dato en Argentina se aplica de manera característica en la actual coyuntura, porque el país está “fuera del mundo” y fuera del mundo no se puede funcionar. Los capitales se van porque estamos en una etapa que no es de mercado interno y sustitución de importaciones sino en una etapa de globalización. El hundimiento del país es parte de eso, los 400 mil millones de dólares que están fuera del país y los 250 mil millones que están adentro pero en los colchones, y que no se invierte en obra pública, en infraestructura, salud, educación.

Lo que hay que retener son dos ideas: una, que hay una ofensiva capitalista racionalizadora que no va a parar si no hay revolución social; otra, que hay elementos de barbarie. Hay una cosa de la etapa que aún no se pudo resolver: un vaivén de conquistas progresivas subproducto de la revolución rusa, y un vaivén regresivo subproducto del hundimiento de los Estados burocráticos; ese vaivén adverso, aunque tenga mediaciones, no termina aunque hay contrapesos, enseguida los veremos.

Entonces el mundo en el que vivís es un mundo donde te aprietan permanentemente, y hay barbarie, no solamente en la Argentina, donde lo estamos viviendo con mucho impacto, donde los chicos llegan a la escuela con los pelos pegados y olor a orín porque no los bañan. También hay barbarie en Los Ángeles, donde la gente se pica en el subte y se vende merca abiertamente y nadie dice nada, una ciudad de locos en el centro del imperialismo. Al capitalismo no le importa fragmentar a la sociedad.

Lo geopolítico también tiene un elemento adverso en lo inmediato, porque no hay ninguna lucha emancipatoria antiimperialista clara. Lo de Ucrania es complejo porque la lucha emancipatoria por la autodeterminación nacional, que es justa, está muy soslayada por la lucha interimperialista.

De cualquier manera, también es verdad que la lucha geopolítica puede abrir grietas entre los de arriba como es el caso de las divisiones burguesas en los países. Esto todavía no está ocurriendo pero podría ocurrir en el horizonte próximo porque la etapa es una de reapertura de la época de crisis, guerras y revoluciones.

  1. Cuestionamientos por derecha al régimen democrático burgués, que no llegan a desbordar y podrían llevar el péndulo al otro extremo

Todo esto tiene contrapesos importantes: primero, las relaciones de fuerzas de país a país, de región a región, son muy diversas. No es lo mismo en los regímenes de democracia burguesa aunque estén más a la derecha –que son los que la burguesía sigue eligiendo como forma principal– que en los gobiernos de extrema derecha que pueden cuestionar el propio régimen democrático burgués (mayormente esto no se ha logrado en los países donde impera la democracia burguesa en las últimas décadas).

Hay un cuestionamiento nuevo, que es por derecha y no por izquierda, en este período. En la coyuntura anterior, el régimen democrático burgués estuvo cuestionado por izquierda con la rebelión popular; esa coyuntura larga pos Argentinazo, fue un cuestionamiento al régimen que no alcanzó a desbordarlo. Lo que estamos viviendo ahora tampoco alcanza a desbordarlo, en ningún país –salvo China y Rusia que son regímenes bonapartistas directos–, pero sí elementos de cuestionamiento al régimen democrático burgués por derecha (elementos decimos, no que ninguno de estos cuestionamientos haya triunfado).

El levantamiento de Trump fue grave, como alertamos en ese momento mientras otras corrientes no le daban importancia, y el levantamiento bolsonarista fue medio una comedia, pero una comedia grave, porque movilizó a decenas de miles de personas a la explanada de gobierno en Brasilia. Acá hay como un doble ejercicio de no desestimar los hechos y tampoco impresionarse.

En la Argentina está claro que la fuerza de Milei no es orgánica y que la burguesía tiene pánico porque no tiene ni propuestas coherentes ni gobernabilidad coherente. Es una fuerza que, aunque no le da la nafta, juega adentro y afuera del régimen (afuera del régimen más en las palabras que en los hechos); en realidad, debería estar prohibido que vaya a los debates y si va a los debates habría que cagarlo a trompadas, “pararle la moto” frente a toda la audiencia.

Lógicamente que el régimen político no va a hacer eso. Milei es un provocador profesional y los provocadores profesionales deberían estar fuera de la vida política; pero eso es algo que no se puede hacer institucionalmente sino con la movilización popular, que cuanto más radicalizada sea mejor.

De cualquier manera, aunque hay que alertar sobre los peligros, los regímenes son mayoritariamente democráticos burgueses en determinados casos más o menos reaccionarios. Los Fratelli de Italia vienen del MSI, que a su vez viene de la República de Saló, que fue la última república de Mussolini sostenida por los nazis en el norte de Italia, que dio concesiones sociales increíblemente –también Hitler dio concesiones sociales, no se le animó mucho a la clase obrera desde el punto de vista económico; el “escarabajo”, el auto popular de Volkswagen, surge con Hitler en la década del 30–. Los Fratelli, que vienen de esa tradición, no le tocan un pelo al régimen democrático aunque lanzan medidas reaccionarias. Por ejemplo, con los inmigrantes están totalmente desbordados, entraron en Lampedusa no sé cuántos miles de inmigrantes y tuvieron que aceptarlos porque cae mal, no hay condiciones para agarrar una ametralladora y matarlos (lo pongo a modo de ejemplo, es evidente que es imposible hacer eso). Sí toman medidas que a las organizaciones de izquierda las joden un montón: si cortás una calle un minuto, te meten preso; pero todavía no pueden parar a los inmigrantes y eso les abrió una crisis política. Fratelli de Italia, con su tradición fascista, está aggiornada, como también lo está el Front National de Marie Le pen; y son fuerzas millones de veces más orgánicas que la de Milei básicamente electorales, que no operan de manera extraparlamentaria.

Ahora, estamos jugando políticamente entre dos necesidades. Una es tutelar las conquistas democráticas del régimen democrático burgués, y no desconocer, como hacen las corrientes economicistas que toman todo en chiste, los potenciales desbordes a las conquistas democrático-burguesas; Bolsonaro podría haber avanzado en ese desborde pero no le dio la nafta, y Milei podría también intentarlo, aunque como es mucho menos orgánico podría desatar una revolución, y tenemos que llegar enteros a ese momento de explosión revolucionaria atravesando el momento impresionista si hay un impacto con un triunfo de Milei. Esto es parte de la vida política cotidiana hoy en todo el mundo, lo que atañe a las conquistas democráticas y que tenemos que tomar en nuestras manos junto a las reivindicaciones sociales.

La otra necesidad es no dejarse atrapar en el abrazo de oso reaccionario del régimen democrático burgués, como pasó al final de la campaña electoral con el levantamiento de los actos políticos, campaña electoral la del partido que fue extraordinaria y la única realmente clasista de toda la izquierda.

Que el péndulo vaya entre la democracia burguesa que sigue dominando y las formaciones de derecha que no sacan los pies del plato pero amenazan las libertades democráticas, demuestra que el péndulo está a la derecha, pero también que hay conquistas democráticas para defender y que son clave las consignas democráticas además de las económicas y, por otra parte, como hemos señalado muchísimas veces, un péndulo que se escora demasiado a derecha puede terminar rebotando espectacularmente a izquierda. En la Argentina ningún analista serio que expresa su temor en un triunfo de Milei ni tampoco la burguesía descarta ese escenario: un fuerte rebote a izquierda en la circunstancia que el tipo se alce con la presidencia.

  1. Contrapesos progresivos

Una tercera cuestión muy importante que venimos señalando: hay inflación en el mundo está en 8, 9 o 10% y la gente siente que le jode la vida, aunque puede seguir planificando su vida más o menos (es el caso de Estados Unidos y Europa occidental). Argentina entonces es un “país de locos” con el grado de inestabilidad que tiene casi hiperinflacionario, que puede ser insoportable pero también bueno, porque yo no sé, a pesar de Milei, cuántos países del mundo hoy pueden parir una revolución social como no sea Argentina aunque la coyuntura inmediata sea reaccionaria (por ahora solamente en el terreno político electoral general; las relaciones de fuerzas no están probadas).

En el mundo hay oleadas de huelgas precisamente con la inflación como disparador. No es todo igual. Pasan cosas en Francia, que es un país políticamente parecido a la Argentina; hay huelgas en Gran Bretaña… La inflación en el mundo se aplica con un proceso de luchas reivindicativas de importancia. Ese es un elemento importante de contrapeso en la coyuntura internacional, muestra que hay vida.

Y el proceso más importante de todos es que hay una recomposición de la clase obrera yanqui, y este es el gran contrapeso de la coyuntura. En EE.UU. no hay ascenso de la clase obrera desde la década del 30; no diría que hay ascenso obrero ahora (no tenemos los suficientes elementos para afirmar eso), pero en este momento en EE.UU. el 65% de la población opina que los sindicatos son positivos: eso es un cambio inmenso respecto de 40 años atrás. El contenido de la defensa de los sindicatos es admitir el derecho de organización de la clase obrera; uno piensa en los sindicatos y habitualmente piensa en la burocracia sindical, pero no es solo la burocracia, es el derecho de organizarse de manera colectiva que estaba completamente perdido por la ofensiva neoliberal en los países del norte del mundo, sobre todo Estados Unidos y Gran Bretaña que son los países que han registrado más huelgas reivindicativas en el último período.

Eso es lo que hay que defender, y lo vamos a defender también acá, y no solo los sindicatos: desde lo de Milei, el movimiento de desocupados ha adquirido una dimensión política mayor que antes, aunque no haya una búsqueda de ningún criterio socialista de organización por parte de sus direcciones ni ningún programa de unidad de clase; eso es secundario ahora. Lo importante ahora es que ese movimiento social esté organizado por la izquierda independiente y no por la iglesia pentecostal (estamos hablando de la Unidad Piquetera, no de los movimientos sociales del oficialismo). O como en Brasil, donde hay planes sociales pero se dan de forma personal y los desocupados no se organizan, la gran masa precaria de Brasil no está organizada.

En verdad, acá la gran masa precaria tampoco está organizada, porque el movimiento de desocupados es todavía una categoría social más precaria aun; hay una masa precarizada que labura y no está organizada. Todos son parte de la clase obrera junto con los trabajadores registrados sindicalizados.

Pero ahora se habla de algo mucho más importante que es la organización sindical de la clase obrera, y lo que está habiendo en EE.UU. es un proceso de re-sindicalización, de reorganización de la clase obrera, la tradicional y también sectores nuevos en empresas que son antisindicales explícitas como Amazon, Starbucks, etc., que son los sectores que reflejamos con el Sitrarepa.

La huelga de las automotrices es recontra progresiva más allá de su límites que también los tiene; hay 150 mil trabajadores de automotrices y los tipos ponen en huelga a 15 mil, ahora agregaron una más y son 22 mil, no ponen en huelga a los 150 mil, y luego los dirigentes se quejan de que General Motors y Ford no abren la discusión; y sí, no la van a abrir hasta que no pongan a los 150 mil en huelga. Pero no había huelga automotriz en EE.UU desde hace décadas de todo el gremio (es decir, de las “Tres Grandes”), y eso es histórico.

Este elemento es loco, EE.UU. no es contrapeso en la situación mundial desde la década del 80, era otro agujero negro.

Había en el mundo tres agujeros negros en el período en que en América Latina había rebelión popular: Rusia, la herencia del estalinismo, un agujero negro cósmico; otro que es distinto, que es dinámico pero controlado por la burocracia todavía aunque siempre está a punto de explotar, que es China. Rusia no es dinámico; la clase obrera permanece por ahora desmoralizada y atomizada por el gobierno y las mafias. Pero China no es un país desmoralizado: es un país con 400 millones de obreros migrantes en condiciones difíciles, pero es lo opuesto, es el futuro. Y el otro agujero negro era EE.UU., pero desde la rebelión antirracista, las movilizaciones del movimiento de mujeres contra Trump y ahora la oleada de luchas obreras y el proceso de organización de la nueva clase trabajadora, parece que la cosa se está dando vuelta.

  1. No anticipar definiciones antes de los hechos

Para retomar la coyuntura nacional hace falta un alerta metodológico. No dar los hechos por ciertos de manera anticipada. Faltan todavía dos semanas para el 22/10 y cinco semanas para el balotaje. Los hechos tienen que cantar y no hay que anticipar definiciones aunque también hay que estar preparados para los peores escenarios.

En ese marco, es evidente que la coyuntura electoral argentina es adversa, y sin definición. Han montado un Frankenstein entre las PASO y la segunda vuelta, y en lo macro eso no cambió, estamos entre el demonio de Milei y el demonio de la hiperinflación. Las medidas de Massa son todas inflacionarias, incluso el aumento del salario mínimo, la devolución del IVA, porque es todo sin reservas, todo tirando pesos. Y hay medidas que la burguesía también quiere, como adelantar aguinaldos: sacarse los pesos de encima porque no saben qué hacer con los pesos. Son concesiones que son pan para hoy y hambre para mañana. La coyuntura argentina es en lo inmediato muy adversa, híper reaccionaria, pero podría explotar en una etapa revolucionaria mañana. En todo caso, hay que saber militar en las coyunturas reaccionarias acumulando fuerzas y preparándose para “dar vuelta la tortilla”.

¿Qué va a pasar? ¿Gana Milei? No sabemos, y es un error decir como afirman algunos militante del PO por abajo, “Milei ya ganó”. En este momento el eje es la política, no el análisis: jornada nacional de lucha, refundación de la unidad de la izquierda, a las calles, etc. Sale la jornada nacional de lucha entre la primera y la segunda vuelta; genial, vamos a la calle, aunque hubiéramos preferido que salga antes del 22/10. No gana seguro nadie, aunque todas las propuestas son reaccionarias, y al mismo tiempo no es lo mismo Milei que Bullrich o Massa.

La propuesta de gobierno de unidad nacional de Massa, como propuesta de gobernabilidad es la más coherente de las tres aunque sea la que menos probabilidades tiene de ganar, porque propone un gobierno que haga frente a la emergencia nacional, y estamos en una coyuntura excepcional, que no va a terminar y que nadie sabe cómo va a terminar: puede ser que primero anochezca y luego se aclare al rojo intenso…

El único que cuestiona al régimen democrático burgués es Milei, lo de Villarroel es importante porque cuestiona el régimen del 83, y lo importante hoy es ese régimen, no el Argentinazo. El régimen del 83 tutela no solo libertades democráticas, no solo elecciones: tutela la existencia de los sindicatos y los convenios, que no los pudo romper ni la dictadura militar. El PTS dice no, no le damos bola a la clase obrera porque es “conservadora”; sí es conservadora, pero démosle bola y aumentemos la escucha del partido en la clase obrera porque si el ataque es feroz la clase obrera es muy factible que salte (existen enormes reservas aunque la clase obrera argentina está atomizada, la burocracia sindical es architraidora y la medida de las relaciones de fuerzas la dará la lucha).

Necesitamos que la clase obrera salte, y puede ser que salte, se avive, se ordene su cabeza cuando le digan “bueno muchachos, pasan todos a la libreta de trabajo como en la UOCRA, con sus propios aportes”. Es precarizar a la clase obrera argentina entera; ¿tan fácil es eso? No: es muy difícil (dificilísimo).

Bullrich es la expresión de derecha del régimen burgués, con un plan más coherente que es el plan de Melconian del bimonetarismo: admitir el dólar para transacciones privadas junto al peso.

Entonces, la coyuntura es difícil; el 22 vamos a tener una definición sobre cómo se presenta la segunda vuelta, qué táctica y qué planteo político vamos a tener. Seguro va a incluir la exigencia de paro general político algo que ya comenzamos a hacer, junto con el impulso de la jornada nacional de lucha.

Sí podemos decir que por abajo no es tan asfixiante la situación; las universidades son focos de lucha democrática contra el giro a la derecha. Hay mileístas en las universidades del GBA, pero votantes, no mesas ni gente organizada, y si quieren poner la mesa hay que patearla y sacarla, y el partido tiene que estar a la vanguardia de echar a los mileístas organizados de la universidad, como hicieron en la UnQui; nunca solos, todo de manera colectiva, en frente único. Hay que cuidar al partido, porque la coyuntura reaccionaria puede transformarse en una etapa reaccionaria antes de estallar en una etapa revolucionaria. Y buscar frentes únicos, porque hay espacio, el PO acepta el frente único, y lo acepta porque no hay manera de defender al movimiento piquetero con votos, si no es en la calle, en la movilización, no se puede. Después convocaron a una marcha solo piquetera, sectaria, pero hay un elemento de unidad real con el PO que es la calle, que no es lo del PTS: el PTS duda de la calle y está enfrascado en un electoralismo ferozmente oportunista. Nosotros no dudamos de la calle, nuestra política central es sencilla: frente único y calle. El PTS dice “el Nuevo MAS abandona la pelea por la conciencia de los trabajadores”… ¿cómo vas a pelear la conciencia si la gente tiene una ensalada en la cabeza y no sale a la calle? No hay pelea por la conciencia en abstracto; en lo electoral podés tener quince minutos de fama y hay que tratar de tenerlos, pero la conciencia se forja en la lucha de clases, no se logra la ruptura del peronismo en abstracto. Para que haya giro a la izquierda tiene que haber ascenso. Sin embargo, y más allá de ello y como siempre en la última década de existencia del Frente de Izquierda, el partido está llamando claramente a un voto de clase el 22/10: votamos críticamente las candidaturas del FITU en todo el país.

Por abajo hay espacio constructivo para el partido, y por abajo se puede abrir la discusión con el FITU: en condiciones de normalidad con un frente electoral alcanzaba, pero la Argentina entró en condiciones históricas. Lenin decía que en condiciones reaccionarias hay que saber encontrar los “rayitos de sol”. Como el sindicato UEPC de Córdoba, que es una conquista inmensa del último período, que puede ser un rayito de sol si se hacen las cosas bien, cosa que no está escrita porque las corrientes son reivindicativas y no políticas. Y no alcanza con lo reivindicativo, tiene que hacer política también el sindicato; en condiciones de híper inflación es una pérdida de tiempo el salario (exagero para que se entienda, obviamente). Hay que politizar el sindicato, imponer tareas democráticas, hacer alianza con otros sectores, que el gremio sea el punto de reunión para resistir los ataques anti-obreros y pasar a la ofensiva.

Hay que tomar nota que en condiciones normales la conciencia va más atrás que la realidad, pero que en condiciones reaccionarias puede ir un poco más adelante al menos en la vanguardia; o por lo menos puede salir a la lucha una nueva generación que dice “ahora sí me tengo que comprometer”. Ese puede ser también una oportunidad de enorme importancia: puede entrar al partido una nueva generación tanto de la juventud como entre los trabajadores.

Además, por la crisis del FITU el partido está mejor: hay más espacio para el frente único, para romper el aislamiento. Hay una crisis de hegemonía dentro del FITU que nos está abriendo espacios para el frente único y también para el planteo de refundar la unidad de la izquierda, de ponerla sobre bases que no sean solo electorales.

La novedad es que en la peor coyuntura del país desde el 83, el partido tiene un espacio entre las corrientes. Entonces hay que saber ver las dos cosas, la macro difícil y la micro con un montón de posibilidades. ¿Y cómo se milita en condiciones difíciles? Bueno, hay que educar al partido y aprender nosotros.

Argentina es un país de locos pero acumula condiciones para una ruptura revolucionaria. Por ahora dominan las condiciones adversas; una campaña electoral girada a la derecha que no termina nunca sumada a una situación social desastrosa, que bordea la hiperinflación.

¿Qué va a dominar, las reservas o la desmoralización? Apostamos a las reservas, pero no sabemos, no somos magos; en realidad apostamos a que están las dos cosas: las reservas y también la atomización y desmoralización del movimiento obrero. Y todo esto ad referéndum de que faltas dos elecciones y pueden cambiar mucho las cosas.

En la hipótesis de una coyuntura híper reaccionaria que se confirme, paciencia, cuidar a los cuadros, a la dirección y a la base. No correr detrás de todo, elegir qué hacer y qué no, hagan lo que hagan las demás corrientes.

Termino con la misma insistencia: Argentina puede estar forjando una revolución, pero primero va a ser duro. En cualquier escenario, el 11 de diciembre va a haber una macro devaluación del 100, el 200 o el 300, sino antes. El régimen trabaja para Milei, lo deja correr aunque haya alerta entre la burguesía y el periodismo tipo La Nación. Lo de los k es una traición total. Maximo subestima el fenómeno Milei, Cristina quiere ir presa y después volver como Lula. Es una política de traición, porque en Brasil ganó Lula pero quedó un montón de herencia del bolsonarismo; en San Pablo, que es el Estado más importante de Brasil, gobierna el bolsonarismo. Y la huelga de la USP es hermosa pero salís a la calle y tenés el frente Tarcisio-Lula para romper la huelga. Son traidores porque no rompieron jamás con el marco burgués y no tienen programa alternativo.

Así que conciencia crítica, madurez para ver las dificultades, pero también saber ver los puntos de apoyo y las perspectivas revolucionarias.

 

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