Artículo aparecido en Socialisme ou Barbarie
Nagorno-Karabaj, una región que buscó la independencia después del colapso de la URSS en 1991, acumula ya 30 años de conflicto.
Aliyev, el dictador de Azerbaiyán, había amenazado a los armenios con expulsarlos «como perros» de Nagorno-Karabaj en 2020. Después de meses de bloqueo del corredor de Lachin que une Nagorno-Karabaj con Armenia, comenzaron las medidas. El ataque le permite distraer la situación de su país fronteras adentro, mientras la crisis se siente en Azerbaiyán con la disminución del precio del petróleo. 32 personas, entre ellas dos niños, perdieron la vida en el asalto militar.
Rusia y su zona de influencia
Esta es la cuarta guerra entre Azerbaiyán y Armenia desde 1991. De 1988 a 1994, 30.000 personas murieron en el marco de ese conflicto. Esta vez Armenia no apoyó a la República independentista de Nagorno-Karabaj, cuyos líderes capitulan hacia el gobierno armenio.
En 1920, Stalin asignó Karabaj a Azerbaiyán, aunque se trata de una región mayoritariamente armenia. Los armenios buscan desafiar esta decisión tomada más de un siglo atrás, que revive viejas demandas que ya lleva varios capítulos. En 1988, el Soviet de Nagorno-Karabaj votó a favor de unirse a Armenia. Las tensiones alcanzaron su punto máximo con el pogromo antiarmenio en Bakú. Los conflictos estallaron en una guerra de tres años que terminó con un alto el fuego a favor de Armenia en 1994, pero que dejó todas las cuestiones sin resolver. Heydar Aliyev, presidente de Azerbaiyán, y luego su hijo, Ilham Aliyev, están haciendo campaña acerca de la integridad del territorio de Azerbaiyán utilizando las fronteras de 1991.
Por su parte, el gobierno ruso está utilizando el conflicto entre estos dos países para dar sus favores a uno u otro alternadamente. En ocasiones Rusia apoya a Armenia pero, en ocasiones también a Azerbaiyán, fundamentalmente por sus relaciones diplomáticas con Turquía. Rusia está tratando de preservar su influencia menguante en esta área apostando por mantener un equilibrio inestable. Se dan todas las condiciones para que la paz se vea comprometida.
De guerras en guerras, bussiness is business
Tras el estallido de la guerra en Ucrania, Europa Occidental buscó recurrir a otros proveedores de gas y petróleo además de Rusia. Para la Unión Europea, no hay contradicción en denunciar a un dictador como Putin, mientras que negocia petróleo y gas con otros dictadores en Arabia Saudita, en el caso de Macron, o Azerbaiyán, para la presidenta de la UE Ursula von der Leyen.
El 68% de los activos militares de Azerbaiyán provienen de Rusia, pero Bakú también cuenta con el apoyo de Erdogan. Sin embargo, el tratado de defensa de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva que une a los países del antiguo bloque soviético obliga a Rusia a defender a Armenia si es atacada en estas fronteras oficialmente reconocidas. Israel también ha vendido armas a Azerbaiyán, independientemente del pueblo armenio. Las potencias expansionistas parecen estar haciendo de Nagorno-Karabaj un laboratorio de pruebas para testear su capacidad de control.
Por la autodeterminación de Nagorno-Karabaj
Nagorno-Karabaj está en el corazón de una superposición de intereses imperialistas, entre Turquía, Rusia, la UE, la OTAN, donde los pueblos son la variable de ajuste de los capitalistas. Los Estados con ambiciones expansionistas desplazan poblaciones y redibujan fronteras de acuerdo con los recursos económicos que les interesan. En todos los países debemos denunciar el nacionalismo, cuyo único objetivo es enfrentar a los pueblos entre sí y servir a los intereses burgueses. El avasallamiento de los pueblos y el sometimiento de los armenios de Nagorno-Karabaj solamente pueden ser combatidos luchando por la autodeterminación.