Apuntes sobre la coyuntura actual y las tareas de la izquierda

La altísima inflación que se estima en 180% a 190% para fin de año y que revienta los salarios, junto con el clima a derecha que se ha instalado en el país son dos flagelos que aquejan a la clase trabajadora y la ponen ante un aparente callejón sin salida.
Junto con esto la burocracia sindical al frente de la CGT y la CTA atan de pies y manos al movimiento obrero y los trabajadores, se han negado a llamar a un solo paro general tanto contra el ajuste brutal de este gobierno y de cara al ataque contra los convenios colectivos y la contra reforma laboral y jubilatoria que ensayan los candidatos, a la vez que hace campaña electoral a favor del oficialismo.
La eventual consolidación o triunfo de los candidatos reaccionarios de extrema derecha como Milei, o de derecha extrema como Bullrich se ciernen como un peligro para los trabajadores, los movimientos sociales, la juventud, las mujeres y lgbt y los sectores democráticos. Sus planes reaccionarios chocan de frente con las libertades democráticas conquistadas con la caída de la última dictadura militar por la movilización popular, y con conquistas estructurales del movimiento obrero que no fueron derrotadas siquiera durante los gobiernos militares.
Incluso Massa ha declarado que, de ser presidente, el suyo será un gobierno de Unidad Nacional, cuyo programa se acordará justamente con las principales fuerzas políticas del régimen con Milei y Bullrich a la cabeza, la burocracia sindical que controla la mayoría de los sindicatos, y el FMI tutelando el curso económico de ajuste redoblado.
La reciente elevación del piso de ganancias ha significado una concesión a la que se ha visto obligado Massa por el deterioro creciente de los salarios, y que ha generado moralización en el sector concentrado de la clase obrera beneficiada, lo cual festejamos. A la vez reafirmamos que el salario no es ganancia y que una verdadera conquista sería la eliminación definitiva del impuesto al salario, y no sólo la elevación del piso tributario el cual a los ritmos inflacionarios no se sabe por cuanto tiempo dejará de afectar a los trabajadores. El gran punto ciego de las medidas anunciadas por el gobierno son los trabajadores informales que representan el 50% del total de la clase y que no serán beneficiados por ninguna de las medidas anunciadas hasta el momento. Además que la mayoría de las y los trabajadores se encuentran bajo la línea de pobreza.
De fondo, una sumatoria de problemas explican el tamaño de la crisis actual que se expresa hoy bajo una coyuntura reaccionaria, pero que de irrumpir la lucha de clases podría configurar una situación que coloque a los trabajadores y sus organizaciones en la disputa por el rumbo del país. Son la crisis capitalista nacional y la dificultad estratégica de la burguesía para hacer de Argentina un país neoliberal hecho y derecho, pero que por las relaciones de fuerza y la acumulación de conquistas históricas de la clase obrera y los sectores democráticos y populares, ha sido imposible hasta el momento. La estafa de la deuda con el FMI acordada con el gobierno de Macri y reafirmada por el gobierno del FdT. La crisis social agravada bajo cada gobierno por la persistente desinversión en los pilares que estructuran parte de la vida social como son la obra pública, la salud y la educación. La continuidad y profundización de la precarización, la informalidad laboral, el multi empleo y el trabajo con salarios bajo la línea de pobreza, directrices heredadas del menemismo aplicadas redobladamente por todos los gobiernos a la fecha. La expoliación de la estructura productiva sin inversión y la super explotación capitalista que pesa sobre las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores. Todos estos elementos como caldo de cultivo de una creciente crisis social, sumados al defraudamiento que ha generado el gobierno cuyas promesas de mejorar las condiciones de vida luego del macrismo se han demostrado como una mentira.
Esta pintura sobre la crisis que aqueja al país nos enfrenta a las tareas planteadas para la burguesía y los ataques que ensayan para la Argentina que viene. A la vez que nos obliga a discutir nuestras tareas, la de la izquierda revolucionaria, las y los trabajadores y todos los sectores democráticos, populares, del movimiento estudiantil y de mujeres y lgbt.
Ante esto, la primera definición es que sin irrupción de la lucha de clases, el camino estrictamente electoral facilita el curso reaccionario en el país. Esto se debe a que es el propio régimen político el que habilita mediante las elecciones un curso eventualmente a derecha extrema (dentro del régimen conquistado desde el 83 a la fecha pero atacando conquistas fundamentales de los trabajadores en el seno de la democracia burguesa, como expresa Bullrich) pero también legaliza a un eventual gobierno de extrema derecha (colocado ya no en los marcos del régimen actual, sino sobre otro régimen que avasalle sus instituciones y fundamentalmente pretenda eliminar las libertades democráticas, el derecho a la organización sindical, social y políticas, el derecho a la protesta, y retrotrayendo a foja 0 las conquistas sociales, como expresa Milei).
Insistimos, la vía electoralista es en este momento una vía muerta, que desarma frente a los peligros que se ciernen para el movimiento obrero y las masas y fomenta la falsa ilusión de que el propio régimen electoral que hoy abre la puerta a un curso reaccionario pueda solucionar los problemas de los de abajo. Por el contrario, una de las principales tareas que tenemos planteadas es la de propiciar un canal de expresión y movilización a aquellos que quieren defender las conquistas democráticas de las y los trabajadores, de la juventud, del movimiento de mujeres y lgbt, de los desocupados, y todos los que estén dispuestos a defender el derecho a la protesta social, a la organización, y las conquistas fruto de la movilización. Sólo el impulso de la movilización masiva puede revertir la tendencia reaccionaria y ponernos en mejores condiciones para los desafíos que tenemos por delante.
En este sentido, consideramos la próxima marcha del 28 S, día internacional del derecho al aborto, como una acción privilegiada que podría plantear una nueva entrada en escena del movimiento de mujeres, a la vez que facilitar el ingreso de otros sectores sociales que vean en la jornada un espacio para la defensa de todos los derechos democráticos cuestionados por los sectores reaccionarios, con la movilización en las calles.
La reciente experiencia en la que confluimos desde la izquierda y los organismos de derechos humanos independientes con sectores afines al gobierno vinculados a sindicatos y organismos de DDHH para repudiar el acto pro dictadura en la legislatura porteña de Villaruel, más allá que no sobrepasaron la participación de vanguardia amplia, ha sido una conquista que demuestra que es posible construir una convocatoria amplia e independiente que siente posición por la defensa incondicional del derecho a la organización, las conquistas logradas en las calles, y la protesta social de los sectores progresivos de la sociedad.
O la movilización del Frente de lucha piquetero que marchó el 24 de agosto contra el hambre, jornada en la que nuestro partido fue el único de la izquierda en hacerse presente, fuera del PO, con una delegación por la defensa al derecho de organización y movilización de los movimientos sociales y en apoyo a sus reclamos. Rescatamos la constatación de una orientación común con el PO de tomar las calles para contrarrestar el calendario electoral que habilita el curso reaccionario, lo cual nos parece un acuerdo de suma importancia en la actual coyuntura.
Así mismo en la última jornada de movilización el pasado 14 de septiembre de la cual también fuimos parte, una movilización convocada por la Unidad Piquetera cuyo déficit fue la de estrechar su representación y convocatoria a otros sectores sociales. Lo cual significó un límite que tanto aísla a los desocupados, como se priva de tener iniciativa hacia el resto de la amplia vanguardia  y de ofrecer un camino para la acción común.

Por una Gran Jornada Nacional de Lucha

Para impulsar la confluencia de todos los sectores dispuestos a plantear una defensa común de las libertades democráticas y contra el ajuste en curso, es necesario romper la compartimentación de los distintos sectores, sus reivindicaciones y consignas. Es por esto que consideramos urgente (antes del 22 de octubre) una convocatoria desde la izquierda a una Gran Jornada Nacional de Lucha en defensa de la organización y la protesta, contra el ajuste y el avance de la derecha y extrema derecha. Una jornada impulsada desde la izquierda mediante una asamblea o coordinadora al estilo de la que realizamos en Parque Lezama en rechazo al acuerdo con el FMI, y que nuclee a toda la vanguardia amplia bajo una convocatoria común cuya única condición sea la de salir a las calles de manera independiente (más allá de la preferencia electoral de cada sector) y con la aspiración de representar y movilizar a sectores masivos afectados por la degradación del país.
Nos referimos a los trabajadores y trabajadoras, referentes sindicales, cuerpos de delegados, seccionales y sindicatos preocupados por la situación. También a los movimientos sociales atacados en su derecho a la autoorganización independiente del Estado y que defendemos incondicionalmente, más allá de los debates que hemos desarrollado en términos de estrategia política y del insustituible sujeto que representa para nosotros el movimiento obrero y el riesgo de aislar a los sectores desocupados. Organismos de derechos humanos como el Encuentro Memoria Verdad y Justicia que convoca a un encuentro antirrepresivo para el próximo 30, y todos aquellos organismos de DDHH que conicidan en sumarse a esta iniciativa; centros de estudiantes universitarios, terciarios y secundarios que defienden la educación pública y el derecho a organizar sus sindicatos estudiantiles. El movimiento de mujeres y diversidades que viene de conquistar el aborto o el uso del leguaje inclusivo con el apoyo de sectores masivos de la sociedad y cuyas conquistas se encuentran cuestionadas por la derecha y extrema derecha y desfinanciada por el gobierno actual. Así como las organizaciones ecologistas que luchan por la defensa del medio ambiente.  En definitiva, construir una asamblea o coordinadora con protagonismo de la izquierda que llame a una gran jornada nacional para disputar la coyuntura, movilice de manera independiente a sectores amplios y deje sentada una experiencia para los desafíos por venir.
Junto con esto y de manera no excluyente, consideramos que hay que refundar la unidad de la izquierda. Los ataques que sufre la clase trabajadora y los sectores de masas nos plantean una nueva unidad de la izquierda clasista e independiente capaz de impulsar la organización, la coordinación, la lucha y el frente único, en defensa de todos los sectores que quieren enfrentar los ataques actuales y futuros, subordinando a esta tarea los aspectos electorales. Damos cuenta del avance que se corrobora en acuerdos con organizaciones del FITU en distintas Universidades donde hemos logrado frentes electorales comunes con un reconocimiento realista de nuestra organización juvenil desandando, al menos en esos casos, un camino sectario que había impuesto el FITU en todos los frentes sindicales hasta el momento. Y salvando las distancias entre estos avances progresivos y nuestra propuesta de refundar la unidad de la izquierda a nivel nacional sobre la base del clasismo y la independencia política, consideramos significativos estos pasos para ir a un acuerdo general basado en las exigencias que la lucha de clases impone.
En nuestra opinión la crisis que atraviesa el FITU (un frente electoral con serios elementos de adaptación al régimen expresado fundamentalmente por el PTS), no debe congelar la acción en el terreno de la lucha que puede y debe jugar la izquierda revolucionaria en Argentina como polo de organización de la amplia vanguardia. Una refundación de este tipo puede superar la fragmentación de la izquierda y la organización sector por sector (movimiento obrero, movimientos sociales, juventud, mujeres, lgbt) para conformar una unidad clasista e independiente que pueda plantearse como polo aglutinador y referente político y de lucha para millones.

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