Diputados le dio media sanción a la reforma de Ganancias, mientras continúa el plan de ajuste

Pasado el mediodía la cámara de Diputados comenzó a debatir la reforma de la ley de impuesto a las ganancias que implica que unos 800.000 trabajadores dejen de pagar ese aberrante impuesto.
La iniciativa fue impulsada por el candidato Sergio Massa, quien acompañó la presentación del proyecto con un decreto que subió el mínimo no imponible hasta los $1.770.000.
Como siempre, la trampa está en los detalles. Lo que es presentado como una «eliminación» del impuesto al salario, en realidad es una suba del mínimo a partir del cual se empieza a gravar. No es la primera vez: cada tanto se actualiza por inflación. La diferencia esta vez es que la suba es tan grande que quedan casi todos los asalariados exentos. Eso se puede revertir en poco tiempo con una inflación tan alta como la de Argentina, a menos que el impuesto a la cuarta categoría sea definitivamente eliminado.


La apertura del debate en el parlamento se da en el marco en que Massa necesita urgentemente mejorar sus chances electorales para entrar al balotaje que todo indicaría sería contra Javier Milei. Pero mientras ensaya algunas medidas de alivio económico inmediato, continúa el ajuste.
Y esto no es sólo un decir: el gobierno ya anunció que se viene un nuevo aumento de luz y gas en noviembre, mientras el Presupuesto 2024 diseñado por Massa (que es poco probable que se trate antes de las elecciones) prevé un déficit del 0%, es decir, un voraz ajuste presupuestario que no tiene mucho para envidiarle a la «motosierra» de Milei.
En este contexto, la medida tiene un doble carácter: por un lado, se trata de un manotazo de ahogado electoralista, pero por el otro, tendría un impacto real en los ingresos de miles de trabajadores, si finalmente se aprueba.


Ambos aspectos pueden parecer contradictorios, pero no lo son si se mira más ampliamente el contexto. Que es una medida electoralista no hace falta explicarlo mucho. Lo deja brutalmente en evidencia lo «fácil» que fue todo este tiempo hacer que miles de trabajadores dejen de pagar: un decreto del Ministerio de Economía que tomó vigencia de un día para el otro. Sin embargo, Massa y el peronismo vienen «prometiendo» la reforma de ganancias por lo menos desde el 2013. Ese año, incluso, fue uno de los principales ejes de campaña de Massa -por entonces opositor a Cristina Kirchner.
Y no sólo eso: desde el principio del gobierno de Alberto Fernández, Massa estuvo al frente nada menos que de la Cámara de Diputados, donde el FDT tuvo mayoría los dos primeros años del mandato. Tampoco lo impulsaron entonces. Luego, Massa llegó al Ministerio de Economía ungido como «superministro», prácticamente gobernando más él que el propio Fernández. Sin embargo, se tomó un largo año y una contundente derrota electoral en el medio para recién ahí -una década después de prometerlo- acordarse de los trabajadores.
Ahora, la reforma de ganancias viene acompañada de una batería de medidas (devolución del IVA, bono de $30.000) que buscan recuperar las chances electorales del ministro-candidato, cuando resta un mes para las generales.
Todo esto, como decíamos, no quita que la reforma sea un paso progresivo mínimo para recuperar el ingreso, al menos en lo inmediato.
Pero hay que advertir que, con los niveles de inflación actuales, que pueden llegar a escalar aun más, lo que hoy aparece como un piso «lejano» para la mayoría de los salarios puede llegar a alcanzarse rápidamente, y el universo de trabajadores que queden alcanzados por el impuesto volver a aumentar. Por eso, hace falta no sólo una modificación de los montos, sino eliminar directamente el impuesto para los trabajadores asalariados en relación de dependencia.

Desastre macrista

Párrafo aparte para la vergonzosa actuación de la oposición macrista. Luego de hacer campaña en 2015 con la eliminación del impuesto, y más recientemente cacarear horas y horas en los estudios de la TV sobre la necesidad de bajar impuestos. Diputados como Cristian Ritondo, que tras el anuncio de Massa quedaron en offside diciendo «presentalo que lo votamos», después de todo ese prontuario de mentiras y oportunismo finalmente se opusieron a la modificación en Diputados.
Ni hace falta aclarar que no lo hicieron durante los cuatro años en los que fueron gobierno: de hecho, en ese período más trabajadores lo pagaron. Ahora, directamente muestran su verdadero rostro: están a favor de bajar impuestos… siempre que sea a los empresarios. No a los trabajadores.
Quedaron incluso a la derecha de Milei, que no tuvo otra opción que manifestarse a favor (sino todo el discurso anti-impuestos se iba al tacho), claro que argumentando que la medida debe ir acompañada de un ajuste mucho más brutal todavía para que «no genere déficit».

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