Quien fuera bautizado superministro de Economía dijo hace pocas horas que «no se va a usar un sólo dólar de las reservas» para pagarle al Fondo Monetario Internacional. Fue poco antes de que abrieran las operaciones bursátiles del lunes. La afirmación es formalmente cierta pero políticamente pusilánime.
Massa desembolsará un nuevo pago de vencimiento de deuda al FMI por unos 2.700 millones de dólares. Para eso utilizará USD 1.000 millones del Banco Latinoamericano de Desarrollo (CAF). Por si hace falta aclararlo, cada uno de esos dólares USD 1.000 millones será devuelto al CAF. Además se sumarán USD 1.700 millones provenientes de la ampliación del SWAP con libre disponibilidad acordado recientemente con el gobierno chino.
En el mensaje emitido desde el Palacio de Hacienda, en clave electoral, Sergio Massa criticó la toma de la deuda por parte de Macri. «El acuerdo con el FMI es, probablemente, la peor herencia del gobierno anterior», dijo el presidenciable de Unión por la Patria. Una vez más, la afirmación es formalmente cierta y políticamente cobarde.
El acuero de Macri con el Fondo fue a todas luces criminal. Implica hipotecar el país durante años (tal vez décadas) a cambio de ningún beneficio productivo ni social. La pregunta obvia que cualquier desprevenido podría hacerse es, entonces, ¿por qué Massa paga la deuda?
Aún mientras la pobreza crece día a día fruto de la miseria salarial y la inflación, el gobierno encabezado por Massa continúa firme en su compromiso de pagar la deuda usuraria del Fondo. Las maniobras de financiamiento (los préstamos provenientes de otros organismos de crédito o el SWAP) son sólo manotazos de ahogado para alargar la vida vegetativa del gobierno.
Las medidas de Massa y compañía no traen soluciones para la situación social del país ni tampoco para los turbulentos números de la macroeconomía. El objetivo es uno sólo: sobrevivir hasta octubre y soñar con la presidencia.