DeSantis impulsa propaganda pro esclavista en las escuelas de Florida

DeSantis impone propaganda esclavista disfrazada de «plan de estudios» como parte de su campaña “anti-woke” en el Estado de Florida. Este nuevo plan enseña que las personas esclavizadas “desarrollaron habilidades que, en algunos casos, podrían aplicarse para su beneficio personal”. Una afirmación ridícula y perversa.

El repudio a este nuevo ataque “anti-woke” es generalizado entre amplios sectores, y es parte de la polarización política y cultural en Estados Unidos tras la presidencia de Trump y el estallido de la rebelión antirracista del 2020. Incluso sectores políticos de derecha y centro derecha han expresado su repudio o al menos un rechazo parcial.

Quien es DeSantis

Ronald Dion DeSantis, conocido como Ron DeSantis es, desde 2019, el gobernador de Florida y actualmente también es precandidato por el Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos.

DeSantis es graduado de Yale y Harvard, fue oficial de abogacía general de la Marina de Estados Unidos entre 2004 y 2010. En dichas funciones fue parte de la ocupación imperialista de Irak y también cumplió funciones en la base de Guantánamo, lugar que funcionó como centro de detención y tortura de prisioneros de todo tipo de nacionalidad (en general de origen árabe) desde el 2002.

DeSantis impulsó una ley contra inmigrantes en Florida, la prohibición del aborto a partir de las seis semanas de embarazo, la eliminación de los programas de diversidad racial en universidades públicas o el veto a la educación sexual en las escuelas. Ahora pretende que se enseñe que la esclavitud de los negros tuvo un “lado positivo”.

El sector más extremo del partido republicano y de la derecha yanqui, al cual DeSantis pretende encabezar, intenta hacerse fuerte en la retórica «anti-woke». Este discurso es una respuesta reaccionaria, por momentos con fraseología fascista, a los movimientos de lucha antirracista, de las mujeres, LGBT, etc.

Polarización, retórica “anti-woke” y neofascismo

Según ellos, las protestas de los negros no son porque viven su día a día el sufrimiento del racismo sistémico. No. Es una conspiración de un «lobby» para debilitar Estados Unidos, que quiere imponer su «agenda» desde algún cenáculo poderoso y secreto. Lo mismo para las personas LGBT. Su lucha no brotaría de las necesidades legítimas de millones de oprimidos sino de los oscuros conspiradores del «marxismo cultural» que quieren debilitar la hombría de Occidente.

Con teorías conspirativas, le dan una justificación, una bandera, una narrativa a los reaccionarios que quieren sostener el racismo y la discriminación a las personas LGBT. La narrativa es la «infiltración» en colegios, universidades, oficinas públicas, de «teorías» que estarían enseñando a «odiar» a los blancos, a Estados Unidos.

Es, punto por punto, palabra por palabra, el discurso del viejo fascismo. La «nación» no tiene contradicciones, conflictos, por la opresión que sufren amplias masas populares. Alguien viene de afuera para hacernos creer eso. La forma más extrema de este fascismo reformateado es la de los teóricos del «Gran Reemplazo»: el «multiculturalismo», el «globalismo» (muchas veces usado como sinónimo de «judíos»), el «marxismo cultural», el «lobby LGBT», todos odian a los blancos y los quieren reemplazar con otras razas. Los partidarios de esta «teoría» son, lisa y llanamente, fascistas. DeSantis quiere los votos de esta gente. Existe claramente un sector de blancos que ven en esta nueva oleada de movimientos progresivos una amenaza contra sus privilegios. La toma del Capitolio refleja eso.

Así, una reciente conspiración convenientemente inventada es la de la «Critical Race Theory». Un propagandista conservador inventó que esta «Teoría Crítica Racial» impregnaba todas las ramas de la administración federal, de los colegios, etc. Las usinas de propaganda le dieron difusión a este absurdo. Con esa denominación, entonces, demonizan toda denuncia de la historia racista, de esclavitud y segregación de la «democracia yanqui». La respuesta de DeSantis es imponer que se enseñen los «beneficios» de cientos de años esclavitud. «Basura racista» y «neofascismo» son definiciones que se quedan cortas.

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