Una es la clara derrota del oficialismo peronista (de Omar Perotti), un hecho que de momento no se había verificado con tanta contundencia en otras contiendas provinciales y que lleva preocupación a la coalición de Unión por la Patria ante la evidencia del voto castigo. Y, por otro lado, que el triunfo de la jornada ha quedado en manos del sector de centroderecha de JxC (Pullaro-Larreta) por sobre el sector de derecha (Losada-Bullrich). Un hecho que indicaría ciertos límites electorales para los discursos tanto de derecha bullrichista como el de extrema derecha de Milei, con menos terreno fértil del que se intenta imponer por arriba, y con un espacio más claro para la centroderecha que expresa Larreta (cuya pretensión de alas anchas se completa con la incorporación de sectores claramente reaccionarios como el Morales, el tirano de Jujuy, como precandidato a vice).
Estos datos electorales, de los cuales hay que diferenciar aquellos que son locales de lo que podría expresar un clima más nacional, se dan en el marco de un operativo por traducir político/electoralmente la crisis del país y sus consecuencias sociales en clave derechista con alguna de sus variantes. Este planteo del debate a derecha es el punto de partida común de la burguesía y sus representantes políticos, en la búsqueda de resolver la crisis histórica del país pasando por encima de las conquistas de los trabajadores. Una relación de fuerzas irresuelta que le ha impedido a los capitalistas autóctonos, multinacionales y a los políticos tradicionales, hacer de Argentina un país neoliberal más.
Pero si las coordenadas político-electorales definidas desde las alturas se encuentran volcadas a la derecha (en un degradé desde el conservadurismo de Massa hasta el extremo derecha), el clima político-electoral por abajo, habida cuenta del caso santafesino, pareciera colocarse más centro derecha del dial. Un dato importante que refiere a que la desconexión que se vive entre el voto (que puede favorecer hoy a un Morales como en Jujuy) y las pretensiones sociales (que empalman más con una sensibilidad de izquierda en términos muy generales, como graficó la irrupción masiva en Jujuy contra la contrarreforma constitucional) es elástica, pero tiene límites.
A esta eventual gravitación al centro colabora sin dudas la elección de Massa, un conservador como candidato por el peronismo que disputa la elección en un terreno próximo al de Larreta, quien le agrega a su perfil acuerdista y conservador, elementos reaccionarios vinculados a poner final a la protesta social para abarcar al mayor electorado posible. Los resultados en la provincia de Santa Fe estarían reafirmando entonces, la primacía de ese espectro político sobre los discursos más abiertamente reaccionarios y desbocados al estilo Bullrich o incluso Milei.
Todo lo cual no significa que el escenario de cara a las PASO vaya a ser de polarización clásica, ni mucho menos. Muy por el contrario, la decadencia del capitalismo del país, la desinversión crónica en áreas estructurales de la sociedad (como son la salud y la educación) y de la producción (desde rutas y puertos, hasta energía e industria), el doble fracaso de Juntos y del Frente de Todos (hoy Unión por la Patria), y la crisis social masiva, dejan un espacio real para candidaturas como las de Bullrich y Milei por la vía del voto bronca, de un sector de clase media desesperada, y un sector de la burguesía.
Si el escenario de tercios no se expresa directamente de manera proporcional, no es descartable que la extrema derecha de Milei recoja un porcentaje no despreciable de votos, constituyéndose como la tercera fuerza nacional, fuera de UxP y JxC.
Junto con esto, el impacto de la campaña por un salario mínimo de 500 mil pesos -a lo que se suma como novedad la gran instalación y visibilización de nuestra compañera Manuela Castañeira-, puede indicar la existencia de un sector social que mira a la izquierda que tiene algo para decir, sin ser necesariamente votante clásico de este sector. Es decir, la eventual existencia de un espacio un poco mayor para la izquierda que lo habitual, que de por sí tiene su riqueza.
Y junto con esto, una posible tendencia a la redistribución al interior del propio espacio que ponen a Castañeira y Bregman como referentes de la izquierda en competencia por la representación. Una competencia “desigual” desde el punto de vista del presupuesto abultado del FITU a la hora de hacer campaña, del usufructo del sello FITU y de la exclusión caprichosa sistemática de nuestra organización, y de una competencia de 4 partidos (aunque divididos en dos listas) contra el Nuevo MAS, todo lo cual dificulta la traducción del apoyo a nuestras propuestas en votos. Pero con una compensación de calidad, que es el peso y la sensibilidad de nuestra política de partir de los problemas reales de los trabajadores para desarrollar nuestro programa anticapitalista, que contrasta con una lista rutinaria (Bregman) y otra dedicada exclusivamente a la internita del frente (Solano), mientras que Manuela genera empatía en sectores cada vez más amplios por las propuestas, las ideas, la juventud, la combatividad y la fuerza que encarna.
Alcances y límites del caso Santa Fe
La derrota aplastante del gobernador peronista Omar Perotti (2019-2023) quien venía de desbancar a Lifschitz (Partido Socialista) en el marco del triunfo de Alberto Fernández y Cristina Fernández contra Macri, se ha plasmado como un evidente voto castigo en la PASO provincial. Su candidato Lewandowski suma, junto a las otras 3 listas oficialistas, el 28% de los votos, contra el 63% de los votos obtenidos por Juntos por el Cambio (que participó con tres listas por la coalición).
Este resultado encendió las alarmas de la coalición nacional Unión por la Patria, ante un eventual reflejo de lo que podría ser (en otras proporciones) un voto castigo a la gestión de Alberto Fernández y un gobierno que en 4 años supo defraudar todas las expectativas de su base social. Un eventual reflejo distorsionado por las características locales de la elección, pero que pueden indicar una tendencia nacionalizable. Fernández y Perotti comparten la pusilanimidad ante los estafadores Vicentin, un hito de la tibieza contra la burguesía parasitaria que llevó adelante un fraude contra el Estado, y que fue perdonado sin ningún tipo de consecuencias. Este sin duda ha sido uno de los elementos del castigo al peronismo local.
Más allá de esto, un factor específico ha sido el fenómeno del narcotráfico y los asesinatos que llevan adelante en los barrios rosarinos con la complicidad de la policía, los políticos tradicionales y el Estado. Desde luego que el narcotráfico es un hecho que precede a Perotti y que surge de la combinación entre la desindustrialización generada por el menemismo y la continuidad bajo los gobiernos subsiguientes, y la ausencia absoluta del control de los puertos privados por donde no sólo se fugan e ingresan bienes sin ningún tipo de control (como mostró también el caso Vicentin), sino que además son puntos de ingreso y egreso para el tráfico y la producción de drogas. En su tibieza contra los Vicentin ha quedado clara la impotencia del gobierno de Perotti respecto del narcotráfico.
Junto con esto, la desinversión estatal crónica en la provincia, y su combinación con el malestar que genera el ajuste del gobierno a nivel nacional han dejado al peronismo local expuesto a un voto castigo irreversible de cara a la elección definitiva de gobernador.
El voto castigo ha beneficiado a Juntos por el Cambio por una mecánica que refiere al voto útil (castigar con lo que está más a mano) y por el poder gravitatorio que tiene una fuerza nacional como es la coalición derechista, y no a una convicción clara de que la salida a los problemas locales sea por derecha. Todo lo cual no niega el resultado por aplastamiento que ha obtenido JxC.
En este marco el 63% de los votos de JxC se reparte en un 32.5% de Pullaro (ex ministro de Seguridad de la provincia y alfil de Larreta) y un 21.6% de Losada (senadora nacional desde el 2021, sin participación previa en política y candidata por Bullrich), más un 8,9 % de Mónica Fein (PS). El resultado de la interna ha sido un claro rechazo al efectismo basura y la verborragia de derecha que expresó Losada haciendo campaña interna contra Pullaro por vínculos con el narcotráfico, y a su agenda. También Bullrich tomó nota sobre su derrota personal y ahora reclama a Larreta bajar los decibeles del debate internista. Una muestra del rechazo que parece expresar la contienda santafesina, en una provincia que, por responsabilidad del peronismo, tranquilamente podrían prender los discursos abiertamente reaccionarios.
Dicho esto, el escenario político electoral aparece fragmentado por las elecciones locales desacopladas de la nacional, los múltiples mundos que se viven en el país con un abanico de condiciones laborales y de vida entre los trabajadores (trabajadores conveniados, no conveniados, precarizados, el pluriempleo, cuentapropistas, sin reconocimiento de vínculo laboral alguno, desocupados, etc.), más la crisis social que cruza a distintas capas de la sociedad, todo lo cual hacen más difícil previsiones taxativas, y obliga a la ser cautelosos en las definiciones.
Un sinuoso camino a agosto
El país sigue atado con alambre y las múltiples crisis (estructural, económica y social) se combinan cobrando mayor o menor protagonismo, en el marco de la contención evidente que significan las elecciones a través de las cuales se traducirá distorsionadamente el clima social. Massa, en su doble rol de candidato y super ministro, ha enviado una delegación a Washington para intentar cerrar un acuerdo con el FMI que le garantice dólares de cara a los próximos vencimientos del 2023. El tira y afloje entre Massa y el FMI refiere a qué destino tendrá un eventual envío de dinero por parte del organismo: si a campaña electoral y a financiar gastos, o al pago de los vencimientos, como pretende el Fondo. Dicho esto, la exigencia de devaluación del peso (para evitar que parte de los dólares vayan a parar a la contención del dólar paralelo) no ha tenido lugar por parte del gobierno. Sería retirarse de la posibilidad de competir por la presidencial, cosa que no está en los planes del peronismo.
La irrupción del reclamo salarial de la UOM dirigido por la burocracia sindical expresa la enorme pauperización salarial de uno de los gremios industriales más importantes del país tanto con Caló como con la conducción actual, y muestran que por abajo los salarios miserables generan calentura entre los trabajadores y genera presión sobre el gremio. La fragmentación salarial entre los trabajadores metalúrgicos es enorme, con quincenas que alcanzan a duras penas los 80 o 100 mil pesos. Una muestra que el salario es el tema más sentido por los trabajadores y que puede dinamizar la lucha de clases de cara a futuros ataques.
La interna de la izquierda desborda al FITU
La interna de la izquierda parece trasladarse del interior del FITU hacia afuera, con una competencia más clara (aún con las desigualdades de aparato y presupuesto) entre Castañeira y Bregman.
Por parte del FITU, el sector de Bregman (PTS) aparece con una campaña rutinaria, sin ejes claros que conecte con los problemas sentidos por los trabajadores, la juventud y las mujeres, y que se reducen a una abstracción la idea de “levantar a la izquierda”. La ausencia de conexión entre este lema y un eje que linkee con las necesidades de las mayorías sociales parecen dejarlos pedaleando en el aire. Es evidente que la campaña de la reducción de la jornada de 6 horas adolece de la misma falta: no conecta con el problema del salario, ni empalma con un fenómeno nuevo que, lejos de ser el de la desocupación, es el de la pauperización salarial y el pluriempleo.
Por parte de la lista de Solano, la orientación provinciana de poner el centro de su campaña en la crisis del propio Frente lo automargina de la discusión que está planteada de manera objetiva y explícita: la enorme crisis del país y las salidas más o menos traumáticas que plantean los candidatos de establishment. Una orientación político-electoral cuyo déficit de origen se encuentra en el paulatino cambio de carril social y político en el cual el movimiento piquetero “es todo” y los trabajadores y sus problemas quedan reducidos a la mínima expresión. Una orientación equivocada que además compartimenta a los trabajadores desocupados y los aísla del movimiento obrero y los sectores sociales estructurados en ámbitos laborales y estudiantiles. Esta ubicación en que se pretende instrumentalizar a los movimientos sociales como ardid para la disputa política respecto del resto de la izquierda, hoy toma forma en una campaña donde todo lo que importa es la internita del FITU.
Por el contrario, nuestra campaña ha cobrado una dinámica ascendente que se explica por la calidad política y la búsqueda por conectar siempre con los problemas más sentidos por los trabajadores, como es el caso del salario; por el puente que abre esta consigna hacia un programa de transición que comienza por afectar las ganancias capitalistas para garantiza un acceso universal a un mínimo salarial de 500 mil pesos; y por el reconocimiento y la visibilización que ha adquirido Manuela Castañeira quien expresa para sectores más amplios a la izquierda renovada, que tiene algo para aportar, y que conecta con la juventud, la combatividad, la valentía y los problemas del siglo XXI.
Esto es lo que explica el nerviosismo en el FITU, y que ha dejado al desnudo la endeblez de principios de la fuerza política de Bregman al levantar a la derecha de Bullrich (reconociéndole además un supuesto carácter democrático por ser mujer y encabezar una lista reaccionaria) e intentar ocultar a otra compañera de izquierda como Castañeira. Un desbarranque que cayó pésimo en sectores de vanguardia amplia y que clarificó en un sector las diferencias entre las candidatas y la política que expresan. Y de fondo, una nueva puesta en evidencia que el PTS (principalmente) ha hecho uso del carácter proscriptivo y antidemocrático de las PASO para apropiarse artificialmente de los votos de nuestra fuerza. Una maniobra igualmente sin principios que no es infalible y que en un giro de las cosas podría fracasarle.
Mientras que nuestra campaña por los 500 mil pesos como punta de lanza de un programa de transición anticapitalista llega a sectores no identificados con la izquierda, a la vez que le ofrece al público de izquierda una propuesta ambiciosa y no internista, el FITU aparece cocinándose en su propia salsa. Así la interna real de la izquierda parece escenificada entre nuestro partido, representado por Manuela Castañeira y Myriam Bregman del FITU. Una interna política cuya traducción electoral es mucho más compleja, sobre todo por la desigualdad favorable al FITU en términos de aparato y recursos económicos, además del usufructo durante una década de un sello electoral que se ampara en el carácter proscriptivo de las PASO, pero en la que destacamos por calidad política.
Una campaña que pasa a la ofensiva
La instalación lograda hasta el momento por la vía de medios y redes sociales, se completa con una gran campaña en las esquinas y estructuras, los eventos sociales como cenas e inauguraciones de locales como parte del impulso de campaña, las recorridas por la provincia de Buenos Aires y en el país, o las agitaciones en trenes, subtes, ferias y parques. El entusiasmo del partido por la instalación lograda es un motor para ir propagandizar la lista de Manuela Castañeira y el Nuevo MAS en todo el país.
Ampliar el radio de acción, apelar a la colaboración de los simpatizantes, y darle la mayor capilaridad posible a la campaña es parte de la tarea que estamos desarrollando con mucho esfuerzo y convicción. A sabiendas de las enormes dificultades del traspaso a votos del protagonismo político que venimos logrando a votos, es importante seguir impulsando esta campaña que marca agenda en el debate nacional.
Quedan tres semanas y días para las PASO y el desafío es mantenernos en la escena política dando difusión a nuestras propuestas anticapitalistas y llevar la campaña lo más lejos posible. Con la fuerza que nos da saber que esta campaña habla de los problemas de los trabajadores y que propone medidas anticapitalistas para dar solución al sufrimiento de las mayorías sociales. En una campaña donde se hacen pesar los argumentos de derecha, estamos dando voz a las necesidades de los trabajadores la juventud y las mujeres para girar el debate a izquierda. Sigamos levantando esta campaña ¡Y llamemos a acompañar a Manuela Castañeira y la lista 13 con el voto, para que el salario mínimo de 500 mil llegue al debate presidencial!