En los últimos 15 años, desde la crisis de 2008, el salario promedio se estancó en muchos países europeos (Reino Unido, España, Italia) y en otros comenzó una caída en picada que aún no se detiene (Grecia). En los países más estables de la zona euro, que habían logrado capear mejor la crisis del 2008, la tendencia al estancamiento (y al declive) salarial llegó con la pandemia, la guerra y la inflación. Este es el caso de Francia y Alemania. En todos los casos, el salario promedio medido en dólares cayó desde el 2019 a esta parte.
Tanto la depresión económica de la pandemia como la inflación de la energía y los alimentos desatada por la guerra en Ucrania hicieron su parte. Las desigualdades son grandes tanto de país en país como al interior de cada uno de ellos. Incluso las economías más estables como la alemana esconden enormes desigualdades dentro de sus escalas salariales. En gran parte debido a la proliferación de las nuevas formas de trabajo marcadas por una gran precarización y por la eliminación de derechos laborales históricos.
¿Todos estamos peor?
Las estadísticas al respecto pueden ser engañosas. Todos los gobiernos europeos hacen lo imposible para esconder la crisis estructural que pesa sobre las condiciones de vida de los trabajadores del viejo continente. Pero la realidad salta a la vista en el día a día. Y los datos son especialmente contundentes teniendo en cuenta el contrastre entre la degradación salarial y el potencial productivo de la región.
En Alemania (la cuarta economía del planeta) el consumo de carne y leche es el más bajo de las últimas tres décadas. Desde 2019, los salarios alemanas cayeron un 3% en promedio. En Italia (octavo PBI mundial) y España (economía número 15) la caída fue del 3,4%. En Grecia, uno de los países más débiles de la Unión Europea, la caída alcanzó el 6%.
¿Qué dicen los gobiernos europeos al respecto? «Huw Pill, el economista jefe del Banco de Inglaterra, advirtió a los ciudadanos del Reino Unido en abril que necesitan aceptar que son más pobres y dejar de presionar por salarios más altos. ‘Sí, todos estamos peor‘, dijo, señalando que buscar compensar el aumento de precios con salarios más altos solo alimentaría más la inflación» (Wall Street Journal, julio de 2023).
Pero, ¿estamos realmente peor todos? La realidad es que no. Los trabajadores europeos están atravesando su peor situación de poder adquisitivo en las últimas 3 o 4 décadas. Pero la realidad de las empresas europeas es bien distinta. La inflación no hace caer las ganancias empresarias. Por el contrario, éstas no hacen más que crecer.
De hecho, los grandes empresarios están encontrando nuevos negocios en la crisis. En toda Europa, nuevas start ups se dedican a la venta de alimentos próximos a vencer o directamente caducos. Se trata de una suerte de mercado de la marginalidad que lucra con la desesperación de los trabajadores empobrecidos.
«TooGoodToGo, una empresa fundada en Dinamarca en 2015 que vende alimentos sobrantes de minoristas y restaurantes, cuenta con 76 millones de usuarios registrados en toda Europa, aproximadamente tres veces más que a finales de 2020. En Alemania, Sirplus, una startup creada en 2017, ofrece alimentos ‘rescatados’, incluyendo productos pasados de su fecha de caducidad, en su tienda en línea. Lo mismo hace Motatos, creado en Suecia en 2014 y ahora presente en Finlandia, Alemania, Dinamarca y el Reino Unido» (Wall Street Journal).
Los sindicatos (y las huelgas) vuelven a escena
En resumen: la crisis del capitalismo está empobreciendo a los trabajadores europeos a niveles históricos. Mientras tanto, los capitalistas europeos siguen ganando y lo hacen cada vez más. De hecho, mientras le dicen a los trabajadores que «acepten que son más pobres» sin tomar medidas al respecto, discuten aumentar el gasto militar en acuerdo con la OTAN.
Pero los trabajadores europeos no parecen dispuesto a aceptar la caída salarial sin más. «La pauperización de Europa ha fortalecido las filas de los sindicatos, que están sumando decenas de miles de miembros en todo el continente, revirtiendo una tendencia de décadas de declive. El sindicato unificado de servicios alemán [Ver.di] ha sumado alrededor de 110.000 nuevos miembros en los últimos meses, el mayor aumento en 22 años» (Wall Street Journal).
Ya el año pasado, el sindicato alemán Ver.di protagonizó una oleada de huelgas históricas en el sector de servicios. Lo propio sucedió en otras ramas como los trabajadores portuarios y en el transporte. También en Francia y el Reino Unido se vieron enormes huelgas y una tendencia sostenida a la re – sindicalización. Muchos analistas hablaron de un revival sindical.
Y los números no mienten. El salario está en su nivel más bajo de los últimos 30 años. La serie de huelgas que recorrió Europa fue la más grande los últimos 30 años. Tal parece que el ataque histórico al salario podría estar engendrando procesos históricos dentro del movimiento obrero europeo. Si los gobiernos del viejo continente siguen atacando el salario, las respuestas sociales podrían hacerlos temblar.