Ayer el gobierno inauguró formalmente el primer tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (GPNK) que va desde Tratayén (Neuquén) a Salliqueló (Buenos Aires).
La obra es importante, ya que significa comenzar a explotar de manera efectiva el gas de Vaca Muerta, la segunda reserva no convencional más grande del mundo, y la cuarta de petróleo.
Según estimaciones, la puesta en marcha del gasoducto implicará un ahorro anual de unos $4000 millones de dólares en importaciones de gas. Además, para el mes de septiembre está pautada la licitación para el segundo tramo de la obra, que llegará hasta la provincia de Corrientes, lo que abriría la posibilidad de exportar ese recurso hacia Brasil.
El anuncio fue realizado por las principales figuras de Unión por la Patria. Luego de varios meses, se volvieron a mostrar juntos el presidente junto a la vicepresidenta. Pero, por supuesto, la voz cantante la tuvo el hombre del momento, Sergio Massa, que en tanto candidato presidencial habló prácticamente como si él mismo encabezara el gobierno.
Por eso, el discurso de Massa, a pesar de ser el más breve, fue el que dejó las definiciones más importantes sobre el marco político y económico en que el gobierno piensa el presente y el futuro de la obra, proyectando sobre ella un modelo de país.
Así se encargó de dejarlo bien claro Massa, quien sostuvo que con la inauguración del gasoducto «empezamos a recorrer el camino de la Argentina vendiendo su recurso con valor agregado y ese tiene que ser nuestro proyecto de país».
Toda una confesión de fe extractivista: el «modelo de país» es el de vender nuestros recursos para ahorrar dólares, reforzando una vez más la concepción de economía exportadora de materias primas que ya había reivindicado la semana pasada en la reunión del Mercosur.
El propio Massa se encargó, más tarde, de relacionar directamente la inauguración del GPNK con la deuda con el FMI: El ahorro en las importaciones energéticas le permitirá cumplir con una parte fundamental del acuerdo, que es la reducción de los subsidios a la energía en el marco de un programa de ajuste fiscal.
Por eso, la «energía más barata» anunciada con bombos y platillos será «más barata» para el fenomenal negocio de las empresas distribuidoras de energía y para las cuentas del Estado, pero poco se reflejará en los usuarios, a los que se les quitarán los subsidios a fuerza de tarifazos, proceso que ya viene sin pausa por lo menos desde que Massa está al frente del Ministerio de Economía.
Que los eventuales beneficios del gasoducto también quedan subsumidos a la bota en la cabeza que significa el FMI para el país también lo dijo Massa, a la noche, en un programa de C5N. Frente a la posibilidad de pasar a ser un país exportador de gas, los dólares no irían para desarrollar la economía (industria, infraestructura) sino justamente para pagar la deuda.
Es también la idea núcleo que el tigrense presentó en Misiones, la semana pasada, en la cumbre del Mercosur: «pagar con saldo exportador», o sea, poner la economía del país de rodillas frente al FMI, reforzando el modelo extractivista.
En otro contexto, en el que el país no esté gobernado por una clase dominante espantosamente tercermundista y dominada por un cretinismo pasmoso frente a la dominación imperialista, una obra como el GPNK efectivamente podría redundar en importantes beneficios para el país, si se la enmarcaría en un proyecto de desarrollo económico independiente del imperialismo, que cuestione el rol subordinado y primarizado de la economía Argentina en el mercado mundial, una pretensión que es imposible de cumplir mientras el país siga en manos de la mediocre clase capitalista nacional y sus representantes en el gobierno.