A partir de enero del 2022, los monotributistas deberán aportar casi un 53% más. El ajuste se equiparará al incremento de las jubilaciones acumulado en 2021, consignaron fuentes oficiales. Los topes de facturación se incrementarán en las misma medida.
Por poner algunos ejemplos: la categoría más baja, la A, comprenderá los ingresos de hasta $564.879 anuales. En la B, el tope será de $839.685 anual. En cuanto a los aportes, irán desde los $4.040 en la categoría más baja, hasta $30.401 en la más alta, que es la «K» y es atribuida a comercios.
Ser monotributista en Argentina es moneda corriente para miles de trabajadores, comprende una cantidad enorme de sectores: desde los repartidores de Rappi, Glovo hasta psicólogos, fonoaudiólogos, ámbito educativo, diseñadores, maquilladores, trabajadores del tránsito y un larguísimo etcétera.
Es carecer de absolutamente todos los derechos laborales, como aguinaldo, vacaciones pagas, días por enfermedad, ninguna garantía de percibir un salario, mucho menos cobertura de salud y que el primer precarizador sea el mismísimo Estado.
A esta situación ya de por sí muy mala, y en el contexto de una alta inflación, el incremento de los aportes a monotributistas representa aún más presión sobre el bolsillo de miles de trabajadores precarizados de nuestro país.
En un país donde existe más del 40% de empleo precarizado, el gobierno, lejos de tomar algún tipo de medida a favor de los trabajadores, sigue descargando un duro ajuste que dificulta cada vez más que miles de trabajadores lleguen a fin de mes.