
Como no podía ser de otro modo, desde todos los organismos institucionales y los creados por el gobierno, se preparan para celebrar el acuerdo con el Fondo, tratando de que las heridas se vean y se sientan lo menos posible.
Para eso el gabinete está integrado por un experto en relaciones nacionales e internacionales de todo tipo y color (recordemos que fue nombrado miembro de la Academia Pontificia por el papa Francisco), el ministro de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, quien encabeza el CES. Con su convocatoria posterior al acto del Día de la Militancia, se reunió el Consejo Económico y Social postelecciones.
La asistencia, virtual mayoritariamente, fue nutrida y amplia, desde ya. Allí entre todos, en esta y sucesivas reuniones van a ir definiendo los pasos que se van a dar no sólo en relación al acuerdo. También son los encargados, desde el establishment, de idear los “versos” que nos van a decir públicamente para tratar de convencernos de que el acuerdo que están haciendo es lo mejor para “trabajadores y empresarios” (de los buenos, desde ya).
Trazaron los lineamientos de su propuesta, que la van a rubricar en un gran encuentro el 15 de diciembre en la Universidad Nacional de San Martín, para refrendar la presentación que el gobierno llevará al Congreso nacional.
Estuvieron los dirigentes que más tallan en este acuerdo. Los que no estuvieron no es que no tengan nada que ver, es solamente que ya tienen coincidencias previas con los que ponen la cara en las reuniones. Pero no significa que no sean igualmente responsables de lo que allí se discuta y resuelva.
Entre otros, por la parte empresarial estuvieron Marcelo Fernández de la Confederación Empresarial de la República Argentina, el empresario de la Construcción Iván Szczech, el agroindustrial José Martins. Que por la parte sindical hayan participado solamente Gerardo Martínez (Construcción), Antonio Caló (UOM) y Ricardo Pignanelli (SMATA), y Esteban “Gringo” Castro (UTEP), no significa que el resto de los referentes de los gremios de la CGT y las CTA vayan a oponerse a lo resuelto en estas reuniones previas. ¡En absoluto!
Son pasos que tienen que dar, donde los gremios industriales tienen una gravitación muy importante en nuestro país por su gran concentración aún. Aún decimos porque han sido múltiples los ataques a los convenios laborales que comprenden a esos establecimientos. Los han diezmado múltiples veces, ahora los están tercerizando a rajatabla, incorporando trabajadores precarios, no respetando la inclusión de nuevos contingentes de jóvenes en los viejos convenios, más favorables a los/as trabajadores/as.
“(…) el presidente del CES trazó también lineamientos sobre los próximos debates que se llevarán a cabo en el Consejo, como una propuesta de ley para la promoción turística, otra iniciativa de promoción del hidrógeno -una industria clave para el cambio de matriz energética en el país-, y un plan quinquenal para el desarrollo de la ciencia y tecnología, asociada a los sectores productivos con nuevas fuentes de financiamiento. Al mismo tiempo, remarcó que se encuentra en desarrollo un abordaje integral sobre la transformación productiva de tierras fiscales, la gestión de la Hidrovía, una propuesta de Código de Ética Judicial y el lanzamiento de la convocatoria para ‘Innovadores e Innovadoras Gubernamentales’. (…)” (Mundo Gremial, negritas nuestras, 19/11/21)
Además de estos atropellos directos, ya visibilizados (y sentidos en sus músculos) por los/as trabajadores, hay enunciados que no explican nada, pero “que dicen mucho”. Entre tantas “innovaciones”, una de la que más nos preocupa es el llamado “Código de Ética Judicial” (¿?). ¿Qué significa esa propuesta en castellano puro y duro? ¿Modificaciones a las leyes, a las reglas que las sustentan?
La desconfianza, así como la Justicia, es de clase y tenemos una sana desconfianza que nos quieran meter nuevas legislaciones en contra nuestra, para favorecer la negociación con el FMI. Que los integrantes del Consejo Económico y Social descifren ante todos los/as trabajadores/as este entramado que están armando a nuestras espaldas, para que podamos debatirlo, opinar, criticarlo. Y organizarnos para pelear contra él si lo consideramos contrario a nuestros intereses y necesidades.
El gobierno, cámaras empresarias y la burocracia sindical lo discuten en sus reuniones secretas y lo llevarán al Congreso. Con nuestra experiencia, convicciones y con la fuerza, audacia y firmeza de las nuevas generaciones, debemos esforzarnos en dar vuelta estos acuerdos por arriba que, con maquillaje progre y, al mismo tiempo, defensores acérrimos del capitalismo, nos quieren llevar a cumplir con el FMI y a hundirnos a nosotros en la miseria.