Las elecciones legislativas del domingo 14 de noviembre acompañaron en Santa Fe el resultado nacional con Juntos por el Cambio imponiéndose sobre el Frente de Todos, el Frente Amplio Progresista del PS tomando en un tercer lugar y por debajo una completa dispersión en la que la izquierda no logra levantar cabeza entre otras opciones patronales menores.
El aumento de la participación entre las primarias y las generales fue importante, aunque dentro de los parámetros nacionales: los votos totales pasaron del 64 al 69% y el voto en blanco se redujo considerablemente. Esta recuperación, en la que la mayoría de los partidos sumó votos -aprovechando también la proscripción del 1,5% de las PASO- fue capitalizada sobre todo por los tres principales partidos patronales de la provincia, que concentran entre sí el 80% de los votos. En cuarto lugar, lejos en votos pero políticamente relevante, quedó Del Frade -representante de la centro izquierda- con el 4,4%.
En concreto Juntos por el Cambio se quedó con el 38.9% de los votos y obtuvo 2 Senadores y 5 de las 9 diputaciones en juego; En segundo lugar, el Frente de Todos obtuvo el 30,2%, quedándose con el Senador por la minoría y 3 diputaciones. En tercer término, el Frente Amplio Progresista del PS logró quedarse con la última banca de diputados en juego con el 11,8% de los votos. Con desigualdades entre sí, estas tres fuerzas patronales se disputan la gran mayoría del electorado, dejando por debajo una dispersión del voto en la que el FIT quedó séptimo de nueve fuerzas.
Varios factores influyeron en el resultado final de la elección pero el consenso de las fuerzas patronales, con la ayuda de figuras del progresismo como Del Frade (Soberanía Popular, ex Frente Social y Popular) y Monteverde (Ciudad Futura) de no hacer olas para contener el humor social en la provincia y particularmente en Rosario colaboró a que la elección se “nacionalice” quedando detrás de la disputa nacional entre el gobierno y la oposición derechista de Juntos por el Cambio.
Venimos de un gobierno peronista conservador que ganó las elecciones en 2019 de la mano de la ola de rechazo al macrismo pero que rápidamente decepcionó cualquier expectativa de una gestión medianamente progresista terciando en favor de Vicentín (cuyos empresarios siguen impunes y negociando al día de hoy), dejando pasar la devastación ambiental en los humedales sin la menor intervención y gestionando una cuarentena restrictiva que sólo acrecentó las desigualdades en la pandemia mientras que alimentó a unas fuerzas de seguridad corruptas y sanguinarias cómplices del narcotráfico y la violencia que azota a la sociedad, alimentando la agenda reaccionaria de inseguridad.
A su vez el propio mecanismo de las PASO, que por un lado elimina la competencia de espacios que no superan el 1,5% como el Nuevo MAS en la izquierda, pero también de
otras fuerzas del centro y la centro derecha, liberaron un caudal de votos que tendió a concentrarse en general hacia el centro de manera conservadora. En este cuadro de situación el PS y Del Frade aprovecharon para ganar terreno, mientras que la campaña apagada y poco audaz que hizo el FIT Unidad no le hizo ningún favor para destacarse políticamente y, aunque logró crecer en votos, quedó por detrás de sus guarismos de 2019 e incluso de los de 2017 cuando el MST competía como parte del FSP de Del Frade.
En rigor el FITU hizo en Santa Fe dos campañas separadas pero articuladas detrás de la abstracta consigna de ser “tercera fuerza nacional” algo que, si bien puede tener algo de cierto electoralmente -que no es lo mismo que política y mucho menos socialmente-, no se confirma bajo ningún concepto en la provincia. El PTS ordenó su campaña alrededor de pegarse a las figuras de Vilca y Bregman, mientras que el PO centró su campaña en los barrios y la influencia territorial del Polo Obrero. El MST, por su parte, habiendo perdido la interna y sin chances de acceder a nada, se abstuvo de participar por la mayor parte.
Aunque el FITU logró retener la totalidad de nuestros votos y sumar algunos más, una campaña de fuerzas desarticuladas entre sí y centrada sobre éxitos electorales en otras provincias y difusas promesas legislativas tenía pocas chances de romper el status quo en una provincia como Santa Fe, donde históricamente la centro izquierda ha actuado como un tapón político y constructivo para la izquierda trotskista y ostenta ya cargos legislativos como en el caso de los mencionados Del Frade y Monteverde y sus correspondientes fuerzas políticas.
Sin embargo por abajo las fuerzas sociales de una provincia tan rica como desigual se mueven en tensión mientras se procesa el resultado de una elección que no termina de contentar a nadie. El nuevo equilibrio político promete acrecentar la tensión conservadora en el gobierno de Perotti -que no tiene un pelo de progresista- así como en el municipal de Javkin que se debate entre un progresismo poco creíble y su cada vez más natural gravitación a Juntos por el Cambio.
Aunque la centro izquierda logró retener una porción electoral significativa, la situación política que se abre luego de esta elección a nivel nacional y sobre todo el desafío que significa la urgencia del gobierno de cerrar con el FMI auguran situaciones de tensión social y política en las que organizaciones de izquierda como la nuestra tendremos la oportunidad de probarnos y construirnos diferenciándonos de del progresismo de cotillón pero también del rutinarismo oportunista del FITU.
Apuntamos a seguir construyendo con cada vez más fuerza en esta provincia campañas como la que hicimos en las PASO en todo el país por un salario mínimo de $100 mil y el 50% de retenciones al agro, por el no pago de la deuda externa y la ruptura con el FMI y apostando a construir una alternativa anticapitalista, socialista y revolucionaria.